Por
  • Carmen Magallón

No a la guerra, 20 años

No a la guerra, 20 años
No a la guerra, 20 años
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Se cumplen veinte años del impresionante movimiento del ‘No a la guerra’, que sacó a la calle a millones de personas. El quince de febrero de 2003, seiscientas ciudades se manifestaron contra la invasión de Irak por parte de Estados Unidos. 

Se presentaba aquella como una guerra justa: había que frenar a un dictador que amenazaba nuestra seguridad y nuestra democracia. Más tarde supimos que las armas de destrucción masiva que supuestamente amenazaban al mundo nunca fueron halladas y que más bien lo que se dirimía era el acceso y control sobre los importantes pozos petrolíferos de la zona.

Una guerra suele presentarse siempre como justa y necesaria. A estas alturas de la historia ya no deberíamos admitir esta línea argumental. El papa Francisco (2022) lo ha dicho en su libro ‘Os ruego en nombre de Dios’; en el capítulo que llama a frenar la locura de la guerra, escribe: "Los acontecimientos de las primeras dos décadas de este siglo me obligan a agregar, sin ambigüedades, que no hay ninguna ocasión en la que una guerra pueda considerarse justa" (p. 68). No hay guerra justa, pero las guerras continúan. Hasta treinta y dos conflictos armados identifica la Escuela de Paz de Barcelona en el informe ‘¡Alerta 2022!’ La de Ucrania es la más cercana, pero no la única. En el escenario internacional, se echan en falta mayores esfuerzos diplomáticos para mediar entre las partes y empujarlas a negociar. También se añora el compromiso ciudadano de hace veinte años en contra de la barbarie.

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