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  • Tomás Guitarte

Andorra, carta contra la sinrazón

Andorra, carta contra la sinrazón
Andorra, carta contra la sinrazón
Heraldo

Con la chimenea de Andorra se ha actuado sin pensar. No es fácil descubrir los motivos que han movido o paralizado a los responsables políticos ante esta sinrazón que ha ejecutado Endesa.

Desconocemos si han intercambiado información más allá de los mantras que repiten sistemáticamente. Pero la verdad es que no hay contradicción alguna entre la instalación de renovables, para la que hay espacio más que suficiente, y el mantenimiento de la Central con las torres de refrigeración y de la chimenea. ¿Cuál es la contradicción? ¿Cuál es el valor de ese patrimonio único que se destruye? ¿Cuál hubiese sido el coste del mantenimiento cuando el estado de la chimenea era de excelente fortaleza?

Se ha derribado sin considerar y sin estudiar el valor patrimonial de la Central con sus torres y la chimenea. Se ha destruido desoyendo la opinión de expertos y de la ciudadanía. Se han desoído y ocultado las opiniones de los técnicos de la Comisión Provincial de Patrimonio que se han pronunciado en contra en más de una ocasión. La directora general de Patrimonio Cultural no atiende esas peticiones y asume a ciegas una decisión sin querer mirar el valor de lo que derriba, manteniendo una evaluación que ignora el criterio de muchos profesionales de patrimonio de Aragón, expresado de forma reiterada.

Se ha ignorado el valor patrimonial y no se ha considerado que, además, la chimenea no molestaba, que no dificultaba el despliegue de renovables de ninguna manera. Un símbolo del pasado y una oportunidad de futuro del norte de Teruel se ha derribado. Sin más.

¿Alguien conoce un estudio con un rigor mínimo que pondere esta decisión? ¿Dónde está el estudio comparativo de alternativas de uso de la chimenea frente al coste de demolición? ¿No hubiera sido necesario un informe técnico, imparcial, y no de parte, para valorar las alternativas, los costes y los efectos de cada decisión? Sin embargo, frente a todo esto se prefiere destruir su patrimonio. Destruir, nada más. Teruel sigue siendo territorio de sacrificio, y da la sensación de que no le importa a nadie.

¿Por qué se ha actuado así desde Endesa? Hoy, de forma rápida, su director en Aragón informa de un coste de 4 millones de euros para la adecuación a nueva normativa y proteger el acero, otro coste adicional de 325.000 euros para el pararrayos cada año. Más un coste de un millón de euros de mantenimiento más específico, cada diez años.

No es una cuestión de discutir esas cifras, que también, dado que son muy cuestionables como acreditan numerosos datos técnicos que nos han trasladado, sino de explicar que la chimenea y las torres de refrigeración no perjudicaban al proyecto de renovables ni al empleo que se vaya a generar. Se olvida de la responsabilidad corporativa de Endesa, y del respeto a un territorio que durante décadas ha explotado con inmensos beneficios.

¿Por qué lo ha inducido, permitido y aprobado el Gobierno de Aragón? ¿Por qué lo ha tolerado el Gobierno de España?

Teruel Existe, en la medida de sus capacidades presentó a la empresa, al Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico y a los medios de comunicación una alternativa en 2020. Se trata de un proyecto de desarrollo en varias comarcas basado en el patrimonio industrial y minero, que a pesar de esta demolición todavía puede ser realidad. Lo hicimos mucho antes del comienzo del desmantelamiento de la instalación y mucho antes de la voladura de las torres de refrigeración. ¿Por qué no se ha valorado? Porque no ha habido voluntad alguna de analizar ninguna alternativa o estudiar opciones como la presentada.

Hoy, además de la ciudadanía, tienen que hablar los responsables políticos de Aragón, del Gobierno y de la oposición, también del Gobierno de España. ¿No tienen nada que decir la directora de Patrimonio Cultural y el consejero de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón? ¿No tiene nada que decir el vicepresidente del Gobierno de Aragón? Silencio atronador, como el que ha quedado en Andorra.

¿Y el presidente del Gobierno de Aragón va a asumir la responsabilidad de este error, de esta agresión? ¿Lo va a hacer la consejera de Presidencia, Mayte Pérez?

Esta demolición es una actuación que carece de sensatez y de rigor. Una actuación que destruye un paisaje, un icono simbólico y lleno de significado para los habitantes de las comarcas del norte de Teruel. Una parte de su historia que ha sido dinamitada sin más.

Estamos ante una demolición tan lamentable como lo fue en 1892 el derribo de la Torre Nueva en Zaragoza. Con la diferencia de que estamos en 2023, lo que hace más grave una decisión que evidencia que, para algunas empresas y para algunos dirigentes políticos, Teruel es tierra de sacrificio.

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