Imágenes en blanco y negro

Imágenes en blanco y negro
Imágenes en blanco y negro
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Supongo que a partes parecidas la chispa de algún viejo recuerdo de niñez y un pellizco de melancolía encendieron por sorpresa en mi memoria el perfil cercano y querido de mis abuelos, manantial de imágenes de felicidad. 

Nunca he dejado de agradecer el haber podido disfrutar de todos ellos, sorbiendo de cada uno disfrutes y enseñanzas que allanaron más tarde caminos y resolvieron encrucijadas. Experiencias que todavía hoy no me cuesta rescatar.

Guardo desde siempre aquella primera percepción de la realidad, la que lidera las imágenes en mi alma, de aquel encuentro con mi abuela, conocedora de mis debilidades y aliada de mis caprichos, que diseñaba la alegría disfrazada de caramelos. Acudía, a ella en la penumbra de una tarde de siesta, para citarme con la ventura dulce del antojo.

Deslizarme por esa cadena de retazos leves rehabilita páginas desgastadas, imágenes en blanco y negro a las que me deleito en colorear. Paseos envueltos en diálogos mágicos, citas de cine y fútbol, lecturas de cuentos y de tebeos, aventuras del ‘lejano oeste’ y desordenados encuentros con pasteles, palmeras de mermelada y piruletas. Que brindaban de paso argumentos para regatear comidas de menos atractiva digestión.

Aún tienen la fortuna mis criaturas de disfrutar de una parte de ese territorio de buenaventuras. Que siempre aprendieron a valorar. Para compartir un intercambio de aprecios que enriquecen a unos y a otros. Porque, pasados ya los años de su infancia, resulta natural devolver a esos sus mayores buena parte de aquellos que fueron sus primeros cariños. Los otros abuelos, los que ya se fueron cumplida su labor terrena, los custodian como a mí desde el Cielo; y encuentran acomodo en mil citas y anécdotas de veteranas remembranzas.

Hace unos días hubiera cumplido años la última de mis abuelas, a la que la elegancia le impedía recordar su edad. Que habrá sido chasquido en el mecanismo de mi memoria, el que habrá servido para adentrarme por esos vericuetos de sabor dulce, rebozados con una pizca de añoranza.

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