Casetas mira a Putin
La obvia relevancia geopolítica de Casetas se ha visto reforzada una vez más en los últimos días, cuando se ha sabido que el barrio cuenta con tres meses para poner a punto diez tanques Leopard para enviarlos a Ucrania. Se ve que estaban aparcados en la base militar, que ocupa una amplísima extensión del barrio; espacio que bien se podría utilizar para otros fines más allá de convivir con un extenso muro de hormigón y alambrada que protege poco más que un parking del Ejército de Tierra.
El propio alcalde del barrio, Jorge Eseverri, ha pedido su reconversión en viviendas, un centro de salud o un museo; siendo la sanitaria quizá la opción más sensata y acuciante, si se tiene en cuenta que en Casetas bajar al médico es una cosa literal, pues tenemos el centro de salud al final de una cuesta que ni que fuéramos atletas del Centro de Alto Rendimiento del Consejo Superior de Deportes. Es verdad que todavía no se ha visto a vecinos con problemas de salud cambiar la muleta por un piolet para regresar a casa tras una consulta, pero tampoco tengo dudas de que el cambio de presiones si subes muy rápido pueda dar algún mareo.
Lo cierto es que tener una base militar gigante en medio del barrio te enseña cosas curiosas, como que los tanques o te los llevas a la guerra o no sirven para servicios comunitarios. Con la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible en la solapa de muchos políticos, a ver quién es el chulo que usa un tanque Leopard para trasladar a personas de movilidad reducida por el barrio, subiendo y bajando la cuesta para llevarles al centro de salud. Sería un dispendio de combustible y dudo mucho que se puedan aparcar en doble fila para dar servicio sin bloquear el paso del Casetero. Si bien resultaría una escena atractiva si se piensa en los de Utebo, llegando al barrio por el camino de las Huertas y preguntando con una banderita blanca que si lo nuestro acababa en guerra.
En fin. Al menos Putin conocerá en los próximos días de lo que somos capaces los caseteros cuando esos carros de combate ‘made in’ Casetas surquen aquellos territorios donde, como en todas las guerras, mueren y sufren los más pobres y los más gafes. Una defensa contra la invasión de unos hierros reacondicionados que nos sobraban, y que cuesta pensar que sean capaces de ayudar a alguien a estar mejor.
