Subdirector de HERALDO DE ARAGÓN

Política con minúsculas

Irene Montero, este sábado en un acto en Murcia.
Irene Montero, este sábado en un acto en Murcia.
EP

El empecinamiento tampoco funciona en política. Cuando 400 agresores sexuales se benefician de la entrada en vigor de una ley, la responsabilidad parece evidente que habría que derivarla hacia quien aprobó el bodrio no a quien aplica la norma bendecida. Sin embargo, la ministra Irene Montero parece que defiende a las mujeres a golpe de soflamas contra los jueces, ataques a los medios no afines y a los partidos que no le dan la razón. Y extiende la cortina de humo para sacudirse un evidente fracaso político con el grito como razonamiento, sin percatarse de que la autoridad de un ministro no se gana con el número de asistencias a manifestaciones, sino con una preparación de la que es evidente que carece.

El disparate de la ley del solo sí es sí, que recibió el visto bueno colegiado del Consejo de Ministros, es uno de los mayores fracasos legislativos que se recuerdan en democracia. Un error de bulto favorecido por la falta de templanza y tranquilidad de quien acude con demasiada frecuencia al argumento de las vísceras. El presidente del Gobierno solo ha salido al paso para arreglar el estrépito cuando ha monitorizado las encuestas. Ni Cataluña ni la inflación: el personal asiste atónito a cómo un agujero normativo está sacando de las cárceles a los violadores. Lo que debería resolverse, en cualquier democracia avanzada, con una dimisión de libro aquí se adorna con el circo televisivo y las patrañas. Es, sencillamente, impresentable, aunque Montero se jacte de que los demás ladran porque ella sigue cabalgando. No da para más.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión