La alegría de Inés

Inés Bellido y Tomás Aróstegui
La alegría de Inés
H.A.

Despedimos a Inés en Soria, y a sus adorados Tomás, Quique y Pepa, su niña en camino, en una mañana muy luminosa y repleta de afecto.

Invocando su fe, desobedeciendo solo una petición suya imposible de cumplir: que no hubiera lágrimas. Afirmando, con los versos de José Hierro, que «aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría no podrá morir nunca».

Celebramos la vida de Inés, una niña pecosa, feliz y muy sabia, que lo captaba todo con sus ojos inmensos, como salida de la pandilla de Carlitos; la recordamos generosa, comprometida, especial. La alegría de Inés.

Verla crecer, inteligente, resuelta y llena de inquietudes; argamasa de cuatro hermanas maravillosas; enamorada de sus padres y sus abuelos; interesada por el periodismo, por la sociedad, por ayudar a los demás; preguntándose cómo cumplir su vocación de servicio; tiñendo con su sentido del humor su trabajo premiado en Derecho: «No estaban tan locos estos romanos»; cooperante en la India y América, convertida en una mujer fuerte y solidaria, que deja una estela de luz y una huella imborrable. Verla formar una familia con Tomás, profesor extraordinario e inolvidable para sus alumnos. Convencida, como él, del valor de la educación; impulsando proyectos, trabajando por hacer una ciudad mejor.

Recordarla así, desde el dolor más profundo, pero sobre todo desde el amor que es más fuerte que la muerte; con el deber de no perder la esperanza y la gratitud por la vida, como ella quería.

La alegría de Inés.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión