Por
  • Jaime Font Burdeus

Chat GPT, ¿puedes escribir un trabajo para una asignatura?

Chat GPT
Chat GPT, ¿puedes escribir un trabajo para una asignatura?
OpenAI

Puedes escribir un trabajo para una asignatura?". Esta es la pregunta que algunos estudiantes están empezando a formular a Chat GPT, una de las inteligencias artificiales (IAs) creativas que mayor expansión ha tenido a lo largo de 2022 (y promete continuar en 2023, puesto que ya han anunciado que la siguiente versión será mil veces más potente que la actual). 

Esta IA es capaz de producir textos completos sobre cualquier tema con un discurso coherente y un estilo elegido por el usuario. El objetivo principal de los creadores de Chat GPT no es la ‘simple’ generación de textos, sino la capacidad de conversar, conseguir que sea capaz de dialogar de forma coherente, siguiendo el contexto de la conversación, entendiendo las alusiones a lo que se ha dicho previamente e incluso rectificando cuando sea necesario (tal y como lo haría un humano).

Desde su lanzamiento, algunos alumnos están empezando a utilizar la IA para hacer sus trabajos y han aparecido multitud de noticias en los medios alimentando el debate: "Universidades de todo el mundo alertan de uso fraudulento y vetan Chat GPT", "expertos recomiendan su uso y lo comparan con el nacimiento de Wikipedia y con el cambio que supuso en las aulas", "expertos advierten de que estamos ante un cambio de paradigma en la forma en la que se enseña a los alumnos y en el tipo de tareas que se piden realizar desde la universidad". Open AI, creador de Chat GPT, no tiene solución al debate y advierte de que su producto es una herramienta de lenguaje que puede ser útil en el desarrollo de los estudiantes, pero que también puede ser utilizada de manera inapropiada.

Los programas informáticos de inteligencia artificial creativa pueden ser herramientas muy útiles, pero también abren la posibilidad de fraude

¿Y solo sirve para escribir textos? Chat GPT se centra en generación de textos o conversaciones, pero no es la única IA creativa: DALL-E genera imágenes a partir de un texto que las describa, imitando el estilo de un artista, hasta el punto de hacernos dudar de la autoría; Copilot crea código fuente en docenas de lenguajes de programación a partir de una descripción del código en lenguaje natural; Meta AI puede editar vídeos cortos a partir de una descripción textual; Murf. AI genera audios con diferentes voces realistas a partir de textos. Desde hace unos años convivimos con los ‘deepfakes’, que permiten crear vídeos de famosos diciendo cosas que nunca han dicho en la vida real. Su uso depende mucho de la intención y tenemos variados ejemplos: desde anuncios en los que Salvador Dalí reclama más fondos para la investigación de las enfermedades neurodegenerativas, pasando por discursos absurdos de presidentes de las principales potencias mundiales, o incluso a Lola Flores promocionando una conocida marca de cervezas.

Las IAs creativas han llegado para quedarse, y deben entenderse como lo que son, una herramienta más con la que cuentan los profesionales para el desempeño de su trabajo. Tenemos ejemplos en la historia, como el nacimiento de las computadoras y cómo en los años cincuenta transformó el trabajo de las ‘rocket girls’, que hasta ese momento se realizaba a mano, convirtiéndolas en unas de las primeras programadoras de la historia. Nunca se le ha prohibido a un ingeniero utilizar un ordenador o a un chef utilizar un procesador de alimentos para realizar su trabajo (aunque puedan verse como un sustituto potencial de ellos mismos).

Obligan a repensar la manera cómo se enseña y se examina a los estudiantes universitarios

Si las nuevas herramientas han dejado obsoletos los trabajos que se le exigen al alumno para garantizar su aprendizaje, los docentes debemos actualizar nuestros sistemas de aprendizaje y evaluación para adaptarnos a esta nueva realidad. Si las nuevas herramientas permiten elevar la copia o el plagio a cotas nunca imaginadas por el alumno, además de lo anterior deberemos poner en valor aún más la importancia de la ética y la moral.

En un mundo inundado por las IAs creativas, ¿quién determinará lo que es un ‘deepfake’ de lo que no? ¿Quién va a corregir a Copilot cuando el código generado contenga errores? ¿Quién va a determinar si una novela generada por una IA merece ganar el premio Planeta? ¿Quién va a pagar miles de euros por otra obra artística más en un mercado saturado por obras generadas mediante IAs? Son tiempos de cambios profundos, y debemos adaptarnos a ellos (tal y como siempre lo hemos hecho los humanos).

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