Por
  • Maru Díaz

Gobernar transformando

Maru Díaz, consejera de Ciencia y candidata de Podemos.
Maru Díaz, consejera de Ciencia y candidata de Podemos.
Efe

Aquella tarde del 23 de enero de 2014 hacía un frío helador. Pero no un frío cotidiano, hacía un frío de esos que tiñen de noche cerrada y desesperanza toda una década. Por entonces nos resguardábamos a través de la indignación como hilo rojo. 

Pero tras las plazas, poco a poco, se nos había quedado corto y estéril ese abrigo. Ese enero lo cambió todo, esa tarde en Zaragoza inauguró un tiempo furioso y acelerado. Nadie de los que vivimos aquellos meses precipitados imaginamos lo que vendría después. Y es que, tal y como explica el escritor austriaco Stefan Zweig, «obedeciendo a una ley irrevocable, la historia niega a los contemporáneos la posibilidad de conocer en sus inicios los grandes movimientos que determinan su época». Nadie imaginó que estábamos haciendo historia, escribiendo el capítulo que marcaría los pasos de nuestro país en la década siguiente.

Y es justo echar la vista atrás y reconocer que probablemente la clave que hizo de nosotros una verdadera fuerza transformadora fue la aspiración por quererlo todo, por asaltar los cielos. ¿Qué tuvo de transgresor ese anhelo? Pues que fue la primera vez que una fuerza popular y alternativa desafió la cláusula de exclusión que estaba implícitamente vigente desde hacía décadas en nuestro país. La cláusula de exclusión había significado desde la transición un veto a las fuerzas como las nuestras en los espacios de gobierno. Y este hecho, este no ocupar el lugar donde se ejerce efectivamente el poder, se asumió de forma tácita de derecha a izquierda del arco parlamentario. Los primeros, por ese sentimiento patrimonialista que tienen del poder, y que seguimos viéndolo ahora que no lo ostenta, y los segundos, la izquierda tradicional, asumieron esta cláusula bajo un principio naif que determinaba que «no se daban las condiciones materiales para gobernar en condiciones». Años tras años viviendo esta exclusión nos había hecho creer a toda una generación que el voto de algunos servía en democracia para decidir gobiernos, y sin embargo los votos de otros sólo servían para criticar muy bien desde la oposición. Desafíar este mandato tácito del poder ha sido la razón que ha hecho de nosotros una fuerza decisiva y realmente transformadora.

Y es que gobernando hemos podido demostrar que había muchas cosas que se podían hacer distinto. Si no gobiernas nunca consigues falsar tus hipótesis y el voto de la gente siempre se asienta bajo un acto de fe y no con pruebas. Gobernar nos ha servido para demostrar que subir el SMI no implicaba crear más paro, al revés. Que con la reforma laboral se podía acabar con la precariedad como sino de nuestro tiempo. Que se podían subir las pensiones sin esquilmar los recursos del Estado. Que se podía salir de las crisis protegiendo a la gente y a la economía a la vez, que no había que elegir entre echar a la gente a patadas de sus casas o sostener el PIB de una región. Es más, que como ha pasado en Aragón, se puede no dejar a nadie atrás, ayudar a los sectores económicos afectados por la pandemia, aumentar las becas, bajar las tasas, aumentar el gasto en servicios públicos, proteger nuestro medio natural y todo reduciendo el paro y siendo los primeros que recuperamos la economía prepandemia. Gobernar sirve para demostrar que otra forma de hacer las cosas era posible. Y no hay nada más revolucionario que los hechos confirmados.

Pero romper con esa cláusula de exclusión también ha servido en estos nueve años para hacer sentir a la gente corriente que el poder también era cosa suya. Que las decisiones sobre el futuro de nuestro país las podían tomar gente como ellos. Con todas sus contradicciones, con sus limitaciones, con sus desvelos y sinsabores, pero que podíamos hacernos corresponsables y copartícipes del porvenir. En estos nueve años hemos devuelto a toda una generación su papel protagonista en la historia. De eso iba lo de canalizar la furia.

Y como fuerza furiosa y ambiciosa aspiramos a más, a seguir con las razones intactas peleando por lo que es justo, por empujar los cambios que España y Aragón necesitan. Siendo honestos con lo andado hasta aquí pero mirando más lejos. A Aragón y a España le sientan bien los gobiernos de Podemos, pero aún le sentarán mejor si somos los que los lideramos, los que marcamos el ritmo, los que empujamos el futuro para que pueda ser.

Maru Díaz es consejera de Ciencia, Universidad y Sociedad del Conocimiento del Gobierno de Aragón y coordinadora autonómica de Podemos Aragón

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