Redactor de HERALDO DE ARAGÓN en la sección de Deportes

Todo para los coches

Todo para los coches
Todo para los coches
Pixabay

Querido conductor, si tienes tiempo para levantar la mano en señal de disculpa, también lo tienes para pisar el pedal del freno, gracias. Se ha convertido en un mal común ignorar los pasos de peatones y los coches pasan sin mirar siquiera si hay alguien con intención de cruzar o cruzando de facto. 

Con un leve gesto, que viene a significar 'perdona, no te he visto', el conductor invade el paso de cebra y pasa de largo. Obviamente, es el peatón el que frena, cariacontecido, por puro instinto de supervivencia.

Se nos llena la boca hablando de ‘smart cities’ y de semáforos listísimos que cambian sus ciclos solos, pero ¿de qué sirve si no se respeta el más mínimo civismo en plena calle? Confieso que a veces tengo tentaciones de echarme sobre el capó de un coche (aunque esté a 15 metros, aunque tenga que perseguirlo) y fingir una lesión gravísima en aras de una indemnización. Luego lo pienso mejor, vuelvo a apreciar mis costillas, y siempre doy un paso atrás.

En los días de lluvia, aún aceleran más, siendo que van a resguardo y los peatones chipiados quedan expuestos a su forma de reventar los charcos. Pero, ¿adónde irán con tanta prisa? ¿Y por qué los coches son cada vez más mastodónticos? Empáticamente, entiendo que los conductores están cansados de pagar los impuestos de circulación, seguros, ITV, gasolinas... Y en el pecado llevan –llevamos todos– la penitencia. Aunque sea una aberración absoluta, las ciudades están hechas por y para los coches. Los conductores no hacen sino beneficiarse de su privilegio.

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