Europa y su industria

Trabajadores de ICT Ibérica controlando los procesos productivos en la fábrica de papel de ITC en El Burgo de Ebro.
Europa y su industria
Aránzazu Navarro

A la Unión Europea comienza a preocuparle el futuro de su sector industrial. Y es lógico. La industria europea está sufriendo el impacto de la crisis energética con mucha mayor dureza que, por ejemplo, la estadounidense. 

Un calvario que parece haberse paliado este invierno, pero que está lejos de haber terminado. Y la dependencia de países poco amistosos, como Rusia o China, para el suministro de gas y de materias primas se ha mostrado como un talón de Aquiles muy vulnerable para los europeos. Así lo subrayaba el martes la presidenta Von der Leyen en el Foro de Davos. Pero lo que quizás no se esperaba es que también países aliados, como precisamente Estados Unidos, comenzasen a poner palos en las ruedas de la economía de la UE. Las leyes que Biden ha conseguido sacar adelante para potenciar las energías renovables o asegurar producciones como las baterías o los microchips, incluyen, además de cuantiosas subvenciones, disposiciones que dan preferencia a los componentes fabricados en Estados Unidos sobre los importados no solo desde China, sino también desde Europa. Washington, que durante ochenta años ha sido el gran impulsor del libre comercio en el mundo, parece estar dando un giro hacia el proteccionismo. La excusa está en la necesidad de protegerse frente a la amenaza estratégica que supondría China. Pero los efectos van a perjudicar también a la industria europea, que tendrá mayores dificultades para vender en el mercado norteamericano. La Comisión Europea estudia ahora la creación de un ‘fondo soberano’ que permita apoyar a la industria continental y contrarrestar las medidas de Estados Unidos. Veremos si hay acuerdo, pero defender el sector industrial resulta esencial.

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