La vicealcaldesa de Zaragoza y portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento, Sara Fernández, no repetirá como candidata a la alcaldía en las elecciones de mayo ni optará a las primarias para la DGA. 

La edil, que ha calificado de "decepcionante" el resultado del cónclave del pasado fin de semana, ha dicho que "el actual proyecto de Cs no tiene nada que ver con el que en 2015" le llevó a participar en política. La crisis del partido naranja coincide en el tiempo con la del PAR, que ayer vivió un nuevo capítulo al solicitar Arturo Aliaga el cese inmediato de Alberto Izquierdo como vicepresidente de la Diputación de Teruel. Entre polémicos congresos, juzgados, dimisiones, salidas y ceses, el centro político de la Comunidad, tanto liberal como aragonesista, se descompone. El desmoronamiento de las fuerzas moderadas es un síntoma preocupante porque, en caso de necesidad, a los dos grandes partidos constitucionalistas solo les queda la opción de pactar con los extremistas.

A cuatro meses de las elecciones municipales y autonómicas, Ciudadanos y el PAR están inmersos en sendas crisis de las que nadie sabe cómo saldrán. A estas alturas ni unos ni otros tienen candidato de pacto y consenso. Son dos partidos azotados por la desorientación programática, la lucha de intereses personales y los enredos judiciales. En los próximos días tendrán que dar pasos definitivos, justo en puertas de participar en unos comicios en los que se jugarán su futuro inmediato e incluso su propia supervivencia.

El partido naranja y el regionalista arrastran desde hace meses una pugna feroz por sus respectivos liderazgos que les está sometiendo a un severo desgaste de imagen ante sus potenciales votantes. Su actual situación de debacle no tiene ningún atractivo electoral; sí lo tienen, en cambio, sus clásicos valores de moderación, racionalidad y modernidad constitucional.