Director de HERALDO DE ARAGÓN

Con las cartas bocarriba

El presidente de Aragón, Javier Lambán (i), con el alcalde de Zaragoza, Jorge Azcón.
Con las cartas bocarriba
José Miguel Marco

De concejala de Servicios Públicos, sin experiencia previa ni filiación política, Natalia Chueca (hoy militante del PP) ha pasado a convertirse en la candidata de los populares al Ayuntamiento de Zaragoza. 

Una veloz carrera que la sitúa, a ella y a su formación, ante un escenario creado y avalado por Jorge Azcón. Las incertidumbres, las dudas y hasta la oportunidad política son responsabilidad del todavía alcalde que, sin buscar refugio en Génova, ha adoptado una decisión a la que, necesariamente, vincula su destino. Definirán las urnas con precisión el éxito o el fracaso de una operación que refleja la concentración de poder de la que goza Azcón, un presidente regional, candidato autonómico y alcalde que sin oposición alguna en el seno de su partido en Aragón goza de la que podría definirse como la confianza gallega con la que se conduce Alberto Núñez Feijóo.

Queda ahora por descubrir cómo será Natalia Chueca como candidata del PP y hasta dónde alcanza su personalidad política. Chueca, que tiene tiempo hasta las elecciones para elevar su popularidad -su grado de conocimiento público-, debe asumir que su principal reto a corto plazo no se centra tanto en seducir al electorado como en confirmar que Azcón no se ha equivocado al situarla por encima del resto de los concejales populares. Dar forma a su liderazgo interno y dotarse de una imagen de alcaldable que, en primer lugar, arrastre a la militancia y a los dirigentes de su partido para luego dirigirse al votante, será una tarea que sirva para fijar su contienda con la socialista Lola Ranera.

"Queda ahora por descubrir cómo será Natalia Chueca como candidata del PP y hasta dónde alcanza su personalidad política"

La grandeza de la próxima cita con las urnas se resume en una abierta recuperación de los parámetros del bipartidismo más clásico y en el convencimiento que tienen los dos principales partidos en su segura victoria en las urnas. Nada hay de pose o de estrategia preelectoral: PSOE y PP se ven triunfadores. Hay quien se atreve a distinguir entre ganar y gobernar, dos realidades no necesariamente complementarias, aunque lo que expresa esta seguridad, además de una visión en exceso sumergida en su particular hemisferio, es el hecho de sentirse depositarios de una extraña legitimidad política. Da lo mismo mirar al Gobierno de Aragón o al Ayuntamiento de Zaragoza, en ambas plazas la victoria se considera cierta o muy próxima de ser alcanzada. Conocer las cartas del contrario, lejos de imprimir cierta cautela, ha elevado, curiosamente, la seguridad en las posibilidades propias.

Sobre las dos candidatas de PP y PSOE pesa, en cualquier caso, idéntica duda: la de conocer hasta dónde alcanzará su grado de autonomía; si tanto Javier Lambán como Jorge Azcón concederán el margen necesario de maniobra como para que puedan elaborar sus listas electorales con un cierto sello personal, o si los programas municipales expresarán ciertos guiños que destilen sus inquietudes políticas. Las respuestas a todas estas preguntas quedan subsumidas en el fuerte liderazgo que ejercen Lambán y Azcón y en la percepción política de que la batalla autonómica y la municipal de Zaragoza se muestran entrelazadas en un único ovillo. Pese a que esta campaña se prevé tensa, también se descubre alejada de toda sorpresa.

Si varios concejales de Ciudadanos optan por integrarse en las listas del PP a nadie sorprenderá, al igual que tampoco despertará sobresalto alguno saber que en estas elecciones quienes más pueden ganar o perder son Lambán y Azcón.

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