Por
  • Celia Carrasco Gil

‘L’Âge mûr’

‘L’Âge mûr’
‘L’Âge mûr’
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No quisiera dejar que terminara este mes sin antes haber dado la bienvenida al año nuevo 2023 con mi particular entrega verbal de doce campanadas literarias. 

Pienso en la Nochevieja, en un sol cansado que declina mientras el cielo compite en sus arrugas con el viento que todo lo demuele. Pienso Pienso en la escultura ‘L’Âge mûr’, de Camille Claudel, expuesta en el Museo Rodin de París, en esa juventud que implora que retorne lo que ya ha dejado de ser, y en esa edad madura que, por su parte, trata de permanecer un poco más en el ayer, intenta asirse al pasado mientras el tiempo, insistente, la reclama. Así los vericuetos de la vida. Así esta Nochevieja que nos lleva y nos trae. Así su luna lacerada por la dicha. Así este cielo herido entre dos años. Así estas doce uvas que no cesan y se encuentran tan cerca de quebrarse. Así la boca, su grumo boreal hecho ya casi odre o pámpano del ser en el que el verbo tañe sus campanas. Son tantas las ausencias que nos dicen, tan extrañas las uvas que nos quedan, los frutos que repican en lazos de xenía en esta noche joven que ya es casi madura y pronto acaba. Los tañidos resuenan. "Como un tirabuzón, se te arracima / el tiempo entre la piel, se te ha crispado / el eco de la tribu en su maraña. / El viento te drapea / un cuerpo hecho de grumo, / recoveco, / estría de otro vals, / prolongación inversa que te amputa / un mundo que se agacha, / su vida que se encorva hacia un cielo / vacante de qué cuenca, / de qué mano fruncida en su plegaria".

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