Reír o llorar

Sánchez e Iglesias presentaron el lunes su acuerdo de coalición.
Reír o llorar
Juanjo Martín / Efe

Hay muchas cosas que mueven a risa si no fuera porque, de tan patéticas, son para echarse a llorar: las mentiras de Pedro Sánchez están entre las mejores, y su afirmación de que "no dormiría por la noche con Unidas Podemos en el Gobierno" y su posterior pacto y abrazo con Pablo Iglesias poco tiempo después pasarán a la historia. 

También los eurodiputados sobornados estos días por Catar, escondiendo en sus casas bolsas llenas de dinero –como los 400.000 euros encontrados bajo aquel colchón de Salou en el asunto de Plaza–, tienen su lado tragicómico.

Y no digamos lo de algunos fichajes recientes de nuestro Real Zaragoza. El anterior director deportivo trajo a un delantero que parece que no hubiera visto antes un balón en su vida. Pues bien, se empeñaron en contarnos que costó muchísimo su fichaje y que, para conseguir que viniera, tuvieron que pagarle el oro y el moro. No se lo cree nadie y es todo surrealista y muy divertido, pues debería ser al revés: no sólo no debería cobrar, sino que este muchacho debería pagar porque le dejáramos aprender a jugar al fútbol en nuestro equipo, como hacían los novilleros cuando empezaban a torear. Sería muy divertido y surrealista, decía, si no fuera por la situación dramática que atraviesa el Zaragoza desde hace años.

Lo mejor, con todo, es lo del Tribunal Constitucional. Suspender la tramitación parlamentaria de una ley y que el presidente de ese Tribunal no se aparte de una deliberación que le afecta directamente, es de traca. Si no fuera, claro, porque está en juego la credibilidad de las instituciones.

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