La firmeza de Sánchez

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se reúne con el presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, en la Moncloa
La firmeza de Sánchez
Emilio Naranjo

Pedro Sánchez puso ayer tono de firmeza para asegurar que la Generalitat puede "pedir lo que quiera" pero que nunca habrá un referéndum sobre la independencia de Cataluña. 

El problema es que los españoles han escuchado demasiadas veces al presidente decir con toda solemnidad que no haría tal cosa o tal otra, para poco después ver que no solo hacía lo que había dicho que no haría, sino que además lo defendía como santo y bueno. Ciertamente, no habrá referéndum de independencia en Cataluña –ni lo ha habido nunca, porque lo de 2017 fue un paripé–, pero no porque lo diga o no lo diga Sánchez, sino porque lo impide la Constitución, que hace residir la soberanía, de manera no fraccionable, en el conjunto del pueblo español. Sin embargo, resulta difícil fiarse de un presidente que apoya su mandato sin remilgos en los separatistas, que acepta buena parte del relato de los sediciosos y que trata sus delitos con indulgencia. Y que además recurre a toda clase de trápalas para conseguir que en el Tribunal Constitucional haya no ya una mayoría ‘progresista’, circunstancia que se ha dado en otras ocasiones, sino auténticos ‘submarinos’ de la Moncloa. No habrá referéndum de independencia, pero podría haber algo que se le pareciese. De hecho, no solo el presidente de la Generalitat pide un referéndum, sino que el jefe de los socialistas catalanes también dice que habrá alguna clase de consulta. ¿Quizás una reforma del Estatuto en la que un Constitucional más dúctil dé por bueno todo lo que en 2010 fue considerado, con razón, inconstitucional? En todo caso, nada hay menos firme que la firmeza de Sánchez.

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