No sabemos lo que tenemos

La cartuja de Aula Dei.
La cartuja de Aula Dei.
Guillermo Mestre

Está claro que en cuestiones de patrimonio ni sabemos lo que tenemos ni lo disfrutamos como merece ni lo aprovechamos como se podría. 

Bien es verdad que en Aragón, como en el resto de España, el pasado nos ha legado tantas obras de arte y tan ricos vestigios que resulta difícil atender a todo. Pero hay que intentarlo. Ahora hemos cobrado conciencia los aragoneses del tesoro que teníamos medio escondido en el refectorio de la cartuja de Aula Dei. Y ha hecho falta para que cayésemos en la cuenta una exposición en la ciudad francesa de Orleans. ¡Nada menos! Hasta allí han viajado -como contaba ayer en HERALDO nuestro compañero Mariano García- los siete grandes cuadros, alegorías de los sacramentos, que Jean Bardin pintó en el siglo XVIII para otra cartuja, la de Valbona, en Saint-Paulet-de Caisson. Una primera reflexión que hay que hacerse es que Aula Dei es mucho más que las pinturas de Goya, y que, respetando la vida interna de la comunidad que reside en el monasterio, sería muy conveniente dar la debida difusión a todo el conjunto, facilitando al público una visita más completa. Las pinturas de Bardin llevan 117 años en nuestra cartuja, al lado de Zaragoza, pero resulta que la exposición de Orleans puede ser para muchos aragoneses la primera oportunidad de verlas (hay un vuelo directo Zaragoza-París). Una hiriente paradoja. Es culpa tal vez de todos, o al menos de muchos, no haberles dado el valor que tenían. Pero ahora que lo sabemos, habría que actuar en consecuencia: conservar, restaurar, difundir. Somos afortunados con la herencia que hemos recibido, pero a veces ni nos damos cuenta.

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