Leo en ‘Le Monde’ una entrevista a una prestigiosa sumiller francesa. 

Dice que el vino es político y lo argumenta aduciendo que está ligado a la agricultura y a la alimentación, que son fundamentalmente políticos. El problema, en su opinión, es que la cadena entre el productor y el consumidor es demasiado alargada.

Pero ¿qué no es político? Es político, desde la primera hasta la última página, el periódico que usted tiene entre las manos. Es política la televisión, tanto las televisiones públicas como las privadas. Es política la radio, incluso las emisoras musicales son políticas. Es política la publicidad. Es política la literatura. Es político el cine. Es política la pintura. Es política la arquitectura. Es política la música. Son políticas las series. Es política la judicatura. Es política la banca. Es política la medicina. Son políticas las farmacéuticas. Es político el fútbol, al igual que cualquier otro deporte. Son políticas las religiones. Son políticos los toros. Son políticas las energías fósiles. Son políticas las energías renovables. Son políticas las compañías telefónicas. Es política la caza. Es político el amor. Es político el sexo. Es política la ropa que vestimos. Es política la cesta de la compra. Son políticos los nombres que les ponemos a nuestros hijos. Es político el colegio al que llevamos a nuestros hijos. Es política nuestra mascota. Es político el coche que conducimos. Es político el barrio en el que vivimos. También Santa Claus es político y son políticos los Reyes Magos y es política la familia y es político el cava con el que brindaremos estos días. Pero, qué demonios, ¡feliz Navidad a todos!