Artes y conversaciones
La cultura es una forma bella y constante de conversación", dijo Antón Castro en la gala ‘Artes y Letras’ de HERALDO.
Una de las grandes virtudes de una buena conversación es que nos permite estar tranquilos y activos de manera simultánea. La conversación es sustento, ejercicio neurálgico para la salud mental y física. Cuando falta la conversación las ideas se pervierten. Y esto ocurre también cuando falta la cultura. El arte es una forma de comunicar el Universo, un acicate para desarrollar nuevas conductas. Toda manifestación artística ha surgido en las entrañas de una persona. Su verdadero valor no radica en la belleza ni en el entretenimiento, sino en el estímulo, en su capacidad de despertar nuestra conciencia, de transformarnos, de fortalecernos y de proporcionarnos instrumentos para nuestras propias conquistas.
Existen, al menos, dos maneras de hacer todas las cosas: podemos hacerlas como nos han enseñado, como hemos visto que las hacían otros, o podemos imaginar una nueva manera de actuar, de solucionar, de responder. La imaginación es una facultad única para cada individuo. Servirnos de ella es vivir de una manera más divertida y más plena: vivir con curiosidad y con entusiasmo, tomar decisiones mejores, tener la oportunidad de dotar a la vida de la belleza del arte.
Las conversaciones nos ayudan a resolver problemas, nos recuerdan que hay una porción del universo que no vemos y que otros, sin embargo, sí ven. Tener esto presente mejora nuestra comprensión y nuestro razonamiento. Todos vivimos, además, en un eclipse parcial permanente: lo previsto nos oculta lo fortuito. Para afrontar lo inesperado necesitamos la flexibilidad mental que nos proporcionan el arte y la cultura. Si lo inopinado exige una solución, es imprescindible el ingenio.
En casa tengo un maestro del ingenio, un niño de diez años, como él dice, a quien acaban de premiar por sus cuarenta años de trayectoria periodística. Mis conversaciones con él me muestran una porción del universo llena de humildad, de humanidad y de humor. Gracias, Mariano Gistaín, por tu constante conversación conmigo.
