El Confucio, sin debate

Inauguración del Instituto Confucio
El Confucio, sin debate
Oliver Duch

Hoy jueves 15 de diciembre se celebra la sesión anual del Claustro de la Universidad de Zaragoza (UZ). 

El procedimiento y orden del día está perfectamente organizado por la Secretaria General desde hace semanas. Diez puntos, comenzando con la "aprobación, si procede, del acta…", terminando con "ruegos y preguntas". Este orden ha variado ‘sutilmente’ respecto de ocasiones anteriores, aunque lo fundamental sigue siendo que nuestro rector, José Antonio Mayoral Murillo, presenta su ‘Informe de Gestión de 2022’ y el ‘Programa de Actuación de 2023’.

El tiempo para el debate está tasado. La deliberación se ha reducido a mínimos. La maquinaria institucional no está pensada para deliberar. La dinámica establecida viene de viejo y no parece que se quiera introducir mejoras para que nuestra comunidad universitaria reflexione sobre lo que quiere ser. Como suele suceder en organizaciones jerarquizadas quienes gobiernan rara vez están interesados en preguntar y escuchar. Y menos en dejar tiempo para que afloren asuntos inesperados o contra la agenda del poder instituido.

El Instituto Confucio forma parte del entramado de la política exterior de la República Popular China y de la difusión de sus ideas autoritarias

En este caso, redactamos en equipo una moción cuestionando la existencia del Instituto Confucio en nuestra universidad. Como se nos ha dicho por correo electrónico, la ‘Mesa del claustro’ basándose en la normativa ni siquiera concede 3 minutos para argumentar y cuestionar tanto las jacarandas como vanaglorias del Informe del Rector respecto del Confucio. Sabemos que ni a él ni a parte de su equipo gusta que les lleven la contraria y menos con este tema. Pero nuestra obligación es insistir en defender la libertad académica, la libertad de expresión y los derechos humanos en todos los ámbitos; así como la promoción de los principios y valores democráticos en los foros donde nuestra universidad esté implicada. Nuestros Estatutos son claros en este sentido. Como también son el derecho a la participación de los estudiantes en la vida universitaria, el pluralismo, el respeto de las ideas y el espíritu crítico que forman parte de los valores hechos públicos por nuestra universidad. Esto, salvo que se demuestre lo contrario, no se cumple en Instituto Confucio de la UZ. Basta con comprobar cómo se elige el profesorado, cómo se gestiona el Instituto y cómo brillan por su ausencia la crítica y la pluralidad en la difusión de materias culturales chinas, por ejemplo: Tiananmen, Tíbet, Taiwán, uigures, Hong-Kong…

Hace un año, en el Claustro, pedíamos una oportunidad para discutir con quiénes nos alineamos internacionalmente, con qué instituciones y países estamos dispuestos a implicar nuestro futuro. No es ninguna broma coquetear y pactar en este momento de la historia con el gobierno chino a través de sus formas de política exterior blanda. Y el instituto Confucio que tenemos en la UZ forma parte de esa política exterior china. Es una estrategia internacional para expandir su manera de entender el mundo. Una forma de legitimar el capitalismo autoritario al servicio de un partido único y unas élites nada democráticas. Debemos darle una ‘pensada’ a si debemos tener en la universidad una institución como el Confucio. La propuesta hace un año era reflexionar sobre este asunto. No se ha hecho, ni se ha intentado, ni promovido, ni nada de nada. Todo lo contrario.

La Universidad de Zaragoza debería reflexionar sobre el espacio que concede a esa institución

La alegría, autobombo y felicidad que transmite el Informe en el apartado 3.6. sobre el Instituto Confucio choca con lo que sucede en China. A poco que se abran los ojos y los oídos algo chirría. Y choca que nuestra Universidad haya apostado por los ODS, por un código ético como el que se ha elaborado y estemos felices de colaborar implícitamente con el ‘amable’ Xi Jinping. El Confucio forma parte del entramado estratégico construido por la tiranía autoritaria que gobierna la República Popular China. Esa ausencia de libertad permea e impregna todas las instituciones oficiales de su sistema incluido este instituto. Algo que no queremos que suceda en esta España nuestra. Tampoco en nuestra universidad.

Por lo que nos han anticipado, este tema no se votará en el Claustro. Ni se dejará tiempo para deliberar buscando lo mejor para nuestra comunidad universitaria y para la sociedad aragonesa que es a la que nos debemos. Malos tiempos para la disidencia y mal ejemplo para nuestra sociedad.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión