Varias detenciones, corrupción, dinero en metálico, registros policiales y cuatro eurodiputados imputados. El escándalo de los sobornos pagados por Catar sacude de lleno a las instituciones comunitarias. Lo que está pasando es de una «preocupación máxima», ha reconocido la presidenta de la Comisión Europea en su primera comparecencia pública desde que, el pasado viernes, estallara el caso que tiene ya en prisión a varios altos responsables de la Eurocámara, entre ellos la vicepresidenta griega Kaili, imputada formalmente el domingo por un juez belga por corrupción, blanqueo de dinero y pertenencia a organización criminal. En este contexto, es fundamental dar una respuesta rápida. Como ha propuesto Ursula von der Leyen, debe crearse un organismo que imponga «altos estándares» de transparencia puesto que está en juego la reputación de todas las instituciones.

El escándalo de presuntos sobornos de Catar que asola al Europarlamento empezó el pasado viernes, pero ayer se intensificó con un nuevo registro judicial en las oficinas en Bruselas. El que probablemente es el mayor caso de corrupción jamás destapado en las instituciones europeas exige medidas expeditivas, además de las jurídicas que correspondan.

La UE no puede permitir que regímenes autocráticos utilicen los sobornos para comprar voluntades en el seno de sus instituciones. Hay que llegar hasta el fondo en la depuración de responsabilidades. La posible mano de Catar detrás de los intentos para influir en las votaciones envuelve bajo un velo de sospecha todas las discusiones de las últimas semanas que atañen al emirato, desde la resolución sobre la situación de los derechos humanos a la luz de la celebración del Mundial de fútbol hasta la propuesta para eximir a sus ciudadanos de la obligación de viajar a Europa con visado.