El cine aragonés pasa por el mejor momento de su historia. 

Aunque tuvimos directores excepcionales (Chomón, Buñuel, Florián Rey, José Luis Borau, Carlos Saura…), siempre fueron pocos, aunque resistentes. Esa resistencia es lo que más caracteriza al idilio aragonés con el cine. Todos se propusieron hacer cine y, tercos y rudos, lo hicieron a pesar de las muchas dificultades que encontraron, a pesar de arruinarse con algunas películas, como fue el caso de Borau. Hoy en cambio los directores aragoneses son tantos que casi es imposible acordarse de todos: Nacho García Velilla, Miguel Ángel Lamata, Ignacio Estaregui, Gaizka Urresti, Pablo Aragüés, Carlos Val, Javier Macipe, Ignacio Lasierra, Germán Roda, José Manuel Herráiz, Miguel Casanova, Alejandro Cortés… Aunque lo que más nos admira, y tal vez nos distingue, es la gran presencia de mujeres: Pilar Palomero (con ‘La maternal’ ahora en las salas), Nata Moreno (con su premiado documental sobre Ara Malikian), Paula Labordeta (que ha firmado con Urresti un hermoso largometraje sobre su padre), Isabel Soria, Vicky Calavia, Lola Gracia, Elena Cid, Isabel Peña (coguionista habitual de Rodrigo Sorogoyen) o Paula Ortiz, que acaba de rodar ‘Teresa’, una versión de una obra de Juan Mayorga basada en ‘El libro de la Vida’ de Santa Teresa de Jesús, con Blanca Portillo como protagonista. Muchas de ellas ruedan en Aragón (‘Teresa’, en Jaca y el monasterio viejo de San Juan de la Peña) y viven con normalidad y felicidad su relación con su tierra. Deberemos darles todo nuestro cariño y apoyo.