Por
  • Carmen Puyó

Los políticos y las formas

Labordeta, en el Congreso.
Los políticos y las formas
EFE

¿Qué hacemos, desmontados todo el tinglado, nos cargamos el Estado, hacemos borrón y cuenta nueva en la Justicia y nos quitamos de encima todas las instituciones, grandes y pequeñas? 

Es lo que parece después del deplorable espectáculo al que hemos sido sometidos esta semana los ciudadanos españoles de a pie, los que vivimos acorde a las leyes, pagamos lo que se nos pide en impuestos y aspiramos a que nuestros políticos hagan bien su función. O sea, representarnos con sentido común y conocimiento de las materias que les ocupan, con honestidad, lealtad y fidelidad a quienes les han votado. Ni tan siquiera pido que tengan varias carreras, ni que sean sabios, ni posean una gran oratoria. Solo que sean buenos políticos y trabajen para construir un país mejor y más justo y no nos avergüencen con sus peloteras y su falta de elegancia en las formas.

¿Se pueden seguir escuchando frases como la de Gabriel Rufián, que tras aprobarse en el Congreso el primer trámite para suprimir el delito de sedición dijo que "le hemos quitado el juguete a los jueces fascistas", o a la ministra Montero llamando machistas a los jueces, ella que con su actitud tan fácil está poniendo las cosas a sus enemigos políticos? ¿Se pueden permitir comentarios como los de una diputada de Vox, diciéndole a Montero que su único mérito es haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias, o el de una concejala de CS, de Zaragoza, de aquí mismo, que dijo que la ministra de Igualdad está donde está porque la ha fecundado el macho alfa?

Cómo añoro a Labordeta y su ¡coño!, a la mierda.

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