Vistas del Teide

Vistas al Teide
Vistas al Teide
Unsplash

Cuando se acercaba el día de volar a San Cristóbal de La Laguna, incapaz de ocultarme por más tiempo mi ignorancia sobre las islas Canarias, recurrí a internet para documentarme.

Así me enteré de que dicha ciudad, de 160.000 habitantes, está en Tenerife, a unos mil kilómetros de la península ibérica. Lejos, pero no tanto como yo creía, ciertamente.

Pasados tres días de congreso universitario, en vísperas de partir, aún no había oído el rumor del Atlántico, ni había sentido su humedad. Así que pregunté en el hotel por un paseo marítimo cercano. Observándome con la extrañeza y el arrobo que provocamos los aventureros, una recepcionista me contestó que cogiera la línea 1 del tranvía, hasta ‘Intercambiador’, la última parada.

Al cabo de una media hora de trayecto, todo urbanizado y en suave descenso, llegué a lo que supuse que era el barrio marítimo de La Laguna, pero que resultó ser Santa Cruz de Tenerife, capital de la provincia y, en rival comandita con Las Palmas de Gran Canaria, de la comunidad autónoma. Allí deambulé feliz, visité el museo de bellas artes y, al fin, respiré el mar.

De vuelta en Zaragoza, cenando con unas amistades, alguien que sabía de mi viaje rememoró su ascensión al Teide. "Un paraje lunar, hipnótico, único e inolvidable, ¿verdad?", concluyó, mirándome. "Inolvidable, inolvidable", asentí, con una convicción que ni el mismísimo Zelig hubiera mejorado. Al día siguiente, como si procedieran de mi cámara, envié a todo el grupo unas maravillosas vistas del Teide. Desde luego, qué importante es documentarse, aunque sea a posteriori.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión