Adjunto a la Dirección de HERALDO DE ARAGÓN

Iglesias vacías

Iglesias vacías
Iglesias vacías
POL

Las profundas transformaciones sociales que generó la Revolución francesa de 1789 llevaron a la Iglesia católica a adoptar una posición reaccionaria. 

Intentó defenderse así de los imparables procesos industrializadores, científicos, urbanos y de secularización. Casi dos siglos después, en 1962, el papa Juan XXIII convocó a todos los obispos del mundo para adaptar la Iglesia a los nuevos tiempos. Los cuatro años del Concilio Vaticano II generaron un extraordinario ‘aggiornamento’.

Las parroquias se vacían en España y en toda Europa

En aquella década prodigiosa (Mayo del 68, luchas frente al poder establecido, liberación sexual y contracultura), la Iglesia católica, especialmente sus bases, no solo se amoldó a estos cambios, sino que en muchos casos contribuyó decisivamente a su consolidación (final de las dictaduras comunistas en Europa, Teología de la Liberación…). El espíritu aperturista también se vivió en España con figuras como la del cardenal Tarancón, con movimientos como los ‘curas obreros’ o ‘cristianos por el socialismo’ y con debates teológicos en los principales medios de comunicación a manos de pensadores como Karl Rahner o Hans Küng.

La Iglesia revalidó así la idea de que la religión es fe y también es política. Una idea que, en realidad, nunca había perdido relevancia, como lo demostró la conocida anécdota estalinista sobre el poder del Vaticano. Cuando Roosevelt, Churchill y Stalin se repartían Europa al término de la II Guerra Mundial, al dictador soviético le sugirieron la conveniencia de tener en cuenta a Roma. Entonces Stalin preguntó con sorna: "¿Cuántas divisiones (militares) tiene el papa?". El líder soviético se equivocaba; cuatro décadas más tarde, Juan Pablo II tuvo un papel decisivo en la caída de la URSS.

Sesenta años después del Concilio Vaticano II, hoy se acelera en Europa el proceso de secularización. Los datos demuestran que la religión pierde influencia al desplomarse los ritos y la fe. Los números resultan apabullantes cuando hacen referencias a cristianos practicantes, a creyentes y vocaciones, a bautizos y bodas. En este contexto, Andrea Riccardi ha publicado ‘La Iglesia arde’, apoyándose en la imagen/metáfora del incendio de la catedral de Notre Dame. El catedrático y fundador de la Comunidad de Sant Egidio sostiene, que el cristianismo está en declive porque Europa también lo está. Se trata de un libro singular por el prestigio de su autor y porque reconoce desde dentro que la Iglesia se irá diluyendo si no afronta grandes reformas.

Al cumplirse sesenta años del Concilio Vaticano II, cabe preguntarse si la Iglesia se equivocó entonces al querer cambiar en un mundo cambiante o si después ha sido poco audaz en el cambio

A pesar de la pujanza del proceso secularizador, el eminente historiador de las religiones no es pesimista. Cree que el llamamiento del papa Francisco a una revolución cultural, en torno a la idea de misericordia, será escuchado por la gente. Sólo el tiempo desvelará lo acertado de este optimismo. No obstante, lo que sí es seguro es que, como destaca el propio Riccardi, hoy también existe menos anticristianismo: "La Europa del siglo XX, en ciertos sectores (por no hablar de los regímenes comunistas), tenía miedo del poder de la Iglesia sobre la población, las familias, las mujeres, los jóvenes. Hoy, por el contrario, teme su ausencia. Cuando se abren vacíos, se entiende el valor de las presencias que se pierden".

La revolución cultural que propugna el Papa argentino tiene sentido porque una religión también es una cultura, una visión del mundo con un mensaje inevitablemente secular que la mayoría de los ciudadanos han recibido a través de la educación. De hecho, la Biblia sigue siendo cada año uno de los libros más vendidos y actualmente están publicándose con éxito nuevas ediciones de los textos sagrados apostando por su sentido literario e histórico. Acaso los motivos de este resurgir editorial estén en la añoranza o la búsqueda de una cultura, la religiosa, que sigue vertebrando nuestra civilización, aun cuando ya no se manifieste en las basílicas o el debate público. 

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión