Mentira de patas largas
La mentira tiene ahora las patas muy largas. Se extiende a grandes zancadas por las redes sociales, se viraliza y cobra carácter de aparente veracidad, aunque incumpla el principal requisito para dar algo por cierto: haber sido contrastado.
Hay mentiras que, además, sirven para abonar el terreno del odio. Por eso hay que celebrar la primera condena en España por difundir una ‘fake news’ sobre menores migrantes. El procesado publicó un vídeo que atribuía a un menor de edad procedente de Marruecos la autoría de una agresión de extrema dureza a una mujer. En realidad el vídeo había sido grabado en China. El hombre ha aceptado la propuesta de la Fiscalía: 15 meses de cárcel por un delito contra los derechos fundamentales, además del pago de una multa de 1.620 euros y la prohibición de ejercer actividades docentes o deportivas durante cinco años. También ha tenido que cerrar sus perfiles de Twitter, Facebook e Instagram para no seguir sembrando la inquina a base de infamias. Según el fiscal, "con manifiesto desprecio a la verdad", difundió el vídeo "para difamar de forma global e injusta a los menores no acompañados de otros países", y asociar a estos jóvenes con "actos violentos y agresiones sexuales".
El autor es un agente de la Guardia Civil, y no es asunto menor porque se saltó el código de conducta de su Cuerpo, que dice, entre otros puntos: "Solo desde el desempeño escrupuloso de la función profesional, pero también desde un comportamiento personal individual ejemplar, se puede entender la mejor versión del hombre y mujer guardia civil de nuestros días". Sirva de ejemplo su condena para acortar las patas de la mentira y la difamación.
