España y Francia negocian la construcción de dos líneas de suministro eléctrico por el Pirineo, una de ellas a través de Aragón. Su trazado partiría de Ejea de los Caballeros y se desplegaría a lo largo de 150 kilómetros sobre suelo de la Comunidad hasta la frontera. La barrera montañosa se superaría por un túnel, para minimizar el impacto ambiental. Todo ello con un coste de unos 1.200 millones de euros, que el Gobierno central aspira a sufragar en buena parte con fondos de la UE. El chantaje gasístico impuesto por Putin, por el apoyo de Occidente a Ucrania, y el cambio del paradigma medioambiental en el que ya estaba inmersa Europa obligan a acelerar la ejecución de esta vieja aspiración española de habilitar nuevas conexiones eléctricas a través de la cordillera.

Ha sido necesario esperar durante varias décadas para que París haya optado por mejorar las conexiones energéticas con la Península. Este cambio ha llegado sobre todo por la influencia del conflicto bélico en Ucrania, pero España debe aprovechar la coyuntura favorable a sus intereses. La UE ya definió en primavera un mapa de actuaciones para reducir las importaciones de combustibles fósiles procedentes de Rusia y diversificar los suministros. Además de apostar por la diversificación de proveedores y el ahorro en el consumo, prevé invertir 210.000 millones de euros en infraestructuras durante el próximo lustro. Entre los proyectos diseñados figuran tres que mejorarían las conexiones eléctricas entre Francia y España: una línea a través del Golfo de Vizcaya y otras dos que cruzarían los Pirineos por Aragón y Navarra. Las obras de la conexión vasca comenzarán en 2024. Los pasos transpirenaicos están menos maduros, pero el Ejecutivo debe buscar apoyos en Bruselas y Berlín para acelerar los procedimientos. Urge fijar los detalles técnicos y el calendario para construirlos.