Nubes negras

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ISM

Le preguntaban a Edith Bruck, escritora húngara de 91 años, cuyo último libro, ‘Il pane perduto’, narra el horror que vivió después de que fuera deportada a los 13 años de un pequeño pueblo de campesinos húngaros a Auschwitz, por qué cree que ha ganado Giorgia Meloni en Italia. 

Y respondía "que el fascismo nunca ha sido desarraigado, como no ha sido desarraigado el antisemitismo. Hay una crisis económica y política, primero fue el virus, después la guerra, y hay un descontento. La gente espera que venga alguien para que sea mejor". Y añadía: "Le han votado fascistas, pero también la gente normal, en las periferias, porque es muy inteligente y ha ido donde ningún político ha ido. Hay una nube negra que está creciendo sobre Europa y es muy peligroso con la guerra de Ucrania. No nos puede ser indiferente".

También se sumaba a esta preocupación Nuccio Ordine al declarar su inquietud por esa idea de ‘familia natural’ entre la ultraderecha italiana de Meloni, Vox y demás formaciones radicales que impiden hacer comprender al mundo que los hombres tienen derechos. Y además, esta gente tiene una idea falsa del patriotismo. En su libro, que acaba de publicar, ‘Los hombres no son islas’, hay muchos autores que hablan de esto.

El expresidente Felipe González ha vuelto a hablar de la conveniencia de repetir un gran acuerdo nacional como fueron en su momento los Pactos de la Moncloa

Nuestras sociedades occidentales están aquejadas, como consecuencia de la covid y los estragos de la guerra de Putin, en su vertiente energética y con el alza brutal de los precios. Cada vez es más manifiesta la actitud resignada de todos nosotros, dado que pensamos que no hay forma de cambiar el curso de los acontecimientos adversos. Por eso mencionamos constantemente la catástrofe que produce la sensación de su inevitabilidad. En el fondo, no es nada nuevo, lo que no quiere decir que no sea peligroso. Es la manifestación más clara de la antipolítica.

En nuestra historia reciente muchos vivimos un momento difícil en el que nuestro país estaba cubierto de nubes negras. Un día como el de ayer, hace 45 años que se firmaron en el palacio de la Moncloa, con Adolfo Suárez en la presidencia del Gobierno, unos acuerdos económicos y jurídicos que salvaron al país del colapso. Basta comparar las cifras de inflación de entonces y de ahora. Se perseguía "la estabilización del proceso de transición democrática", junto al saneamiento y reforma de la economía del país. Todos los partidos de entonces firmaron los pactos, aunque Manuel Fraga, líder de Alianza Popular, no suscribió el acuerdo político pero sí el económico. Las organizaciones patronales y los sindicatos lo rubricaron. No podemos olvidar que los Pactos de la Moncloa introdujeron como contrapartida al sacrificio salarial para rebajar la inflación (inflación que se encaminaba al 30% en junio del 1977), un notable incremento de partidas presupuestarias para la apertura de colegios públicos e institutos en las grandes ciudades.

Pero los dos grandes partidos no tienen hoy en día la necesaria voluntad política

Los dos partidos que pueden gobernar a partir de 2024, el actual, el PSOE; y el aspirante con expectativas de conseguirlo, el PP, no tienen la menor voluntad de propiciarlos. Lejos de trabajar para conseguir un mínimo común denominador, cada uno defenderá con ahínco sus respectivas posiciones sobre asuntos medulares, como la fiscalidad. Nada hay que pactar fuera de los bloques levantados en España desde que al bipartidismo le crecieron los flancos. Con esta realidad política, las voces a favor de pactos de país no tienen el menor eco. Solo una vez el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha invocado los Pactos de la Moncloa. Fue el 12 de abril de 2020, en pleno vértigo por el desconcierto sanitario, social y económico que producía la covid-19. El expresidente del Gobierno Felipe González, uno de los firmantes, ha vuelto a plantear la necesidad de repetir los Pactos de la Moncloa en uno de los "momentos más complejos" de la historia, como es el actual. Así lo ha manifestado ante el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante la inauguración de la exposición de los cuarenta años de la victoria del PSOE el 28 de octubre de 1982.

Siempre he pensado que los ciudadanos premian la perseverancia en la política. Consideran que la tozudez o tenacidad esconde una personalidad resiliente, con valores y con convicciones. Una determinación que no es obstinación, sino compromiso. Una vocación de servicio y de lealtad a unas ideas o principios. Por eso no pierdo la esperanza, pues las nubes van y vienen, pero el sol y el cielo siempre están allí.

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