Por
  • Javier Sebastián

Los perros de Isabel II

La reina Isabel con su marido, sus hijos Carlos, Ana, el recién nacido Andrés y uno de sus queridos perros corgi.
La reina Isabel con su marido, sus hijos Carlos, Ana, el recién nacido Andrés y uno de sus queridos perros corgi.
EFE

Cuando se supo que a los corgis de la reina Isabel II los iba a adoptar su hijo el príncipe Andrés (ese que se gastó catorce millones de euros en evitar..., vaya, ya saben ustedes...), algunos seguimos durmiendo igual de tranquilos. 

Nueve corgis eran cuando tuve que aprender todo lo que pude sobre los Windsor: Jolly, Shadow, Piper, Myth, Sparky, Smokey, Fable, Brusch y Chipper. La reina se los subía al regazo y les daba trocitos de pastel, después de tomarse su agua Malvern a 18 grados centígrados de cada noche antes de dormir. No es que fueran unos neuróticos, esos Windsor, sino que, según unas declaraciones de la propia Isabel II, "si tuviéramos que tomar decisiones sobre cada aspecto de nuestras vidas nos volveríamos locos, además de volver locos a los demás, conque mejor será que dejemos las cosas como están". Debió de haber infinidad de asociaciones que se ofrecieron para hacerse cargo de los perros. Beefeaters, miembros de la orden de la Jarretera, damas que desayunan en Fortnum & Mason. Y es que a veces todo es tan pueril. Me recuerda al cartelito que llevaba en la mano Laura Borràs mientras daba una iracunda rueda de prensa el día en que la echaron de la presidencia del Parlament de Cataluña tras haber sido imputada por el juez: "Las cosas importantes son las que no lo parecen". Qué monada, qué bonito para una fiesta de cumpleaños. Qué belleza si hubiera comparecido rodeada de gatitos. Y mientras, la sangre de Ucrania. Felices fiestas del Pilar.

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