Director de HERALDO DE ARAGÓN

Correr para no moverse

Las fuerzas vivas de Teruel han mostrado su apoyo este verano a la candidatura de la ciudad para la nueva Agencia Espacial.
Correr para no moverse
Antonio García/Bykofoto

Prolijo en metáforas, Lewis Carroll quiso situar a Alicia frente a la Reina Roja. 

En el país de las maravillas, por muy rápido que corriera, Alicia no lograba avanzar. Sorprendida preguntó a la Reina Roja por aquel freno, por aquello que le impedía moverse: "Aquí es preciso correr mucho para permanecer en el mismo lugar y para llegar a otro sitio hay que correr el doble más rápido".

Seguimos anclados, aunque no por voluntad propia. La teoría evolutiva de la Reina Roja sería también aplicable a la política. Las últimas decisiones parece que sentencian a Aragón a permanecer en el mismo lugar, fijado al suelo por un freno impuesto que dibuja una España sujeta a la mirada radial del kilómetro cero. En la carrera por acoger la Agencia Espacial Española, una competición que se presuponía justa, sin zancadillas, Teruel ha sido expulsada por culpa de unas condiciones insalvables que la ministra de Ciencia e Innovación, Diana Morant, defiende como "objetivas y técnicas" y no excluyentes.

Los criterios fijados para decidir la ubicación de la Agencia Espacial Española apean a Teruel de esa carrera

Confabulaciones políticas al margen, el planteamiento sigue siendo el mismo –el de siempre–, el de la comodidad que implica la toma de decisiones apoyadas sobre los grandes parámetros (población, concentración urbana, etc.) frente a la urgencia por hacer país. En el manoseado discurso sobre la España vacía, y también vaciada cuando se repara en las decisiones que aún hoy continúan forzando la despoblación, la descentralización de servicios e instituciones se presuponía como una de las muchas soluciones para corregir las desigualdades. Repartir es sinónimo de reequilibrio y en esa redistribución se encuentra la alternativa a la falta de oportunidades. Mirar a España como un mapa mudo donde solo destacan las alarmas electorales establece una miope distorsión que imposibilita cualquier cambio. Teruel no tiene AVE ni un aeropuerto con conexiones internacionales, aunque si las decisiones se tomaran pensando en su capacidad tractora la Agencia Espacial podría convertir una sencilla estación de tren en una moderna parada intermodal.

Las promesas políticas, y más en campaña, tienden a la ebullición, pero el movimiento, como señaló Diógenes, solo se confirma andando. El Gobierno central generó la expectativa, activó la posibilidad, pero también ha terminado por arruinar un sueño que casaba a la perfección con el Observatorio Astrofísico de Javalambre. Teruel, que a lo largo de los años ha sabido descubrir que su territorio podía acoger desde un circuito de carreras hasta un gigantesco aparcamiento de aviones, necesitaba un guiño institucional que, aparte de completar la inversión realizada por los diferentes ejecutivos aragoneses, confirmara la vocación del Gobierno por la España interior.

Las condiciones marcadas marginan a la España interior y cuestionan la lucha contra la despoblación que dice abanderar el Gobierno central

La carrera sigue siendo tan injusta como desigual porque las condiciones, sencillamente, situaban con descaro a unos por delante de otros. Si tan importante es contar con la alta velocidad a la puerta de casa, ¿forzará el Gobierno un diseño de país en el que cada capital de provincia cuente con una estación de AVE? Sería una sinrazón presupuestaria pensar en una universal dotación en materia de infraestructuras, en especial cuando oportunidades como la Agencia Espacial se sostienen, precisamente, en la posibilidad de otorgar a los municipios que históricamente han vivido alejados de los grandes repartos otros argumentos. El reequilibrio territorial, además de necesitar unos Presupuestos Generales del Estado que huyan del estancamiento, exige interiorizar aquello que se predica.

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