Por
  • Octavio Gómez Milián

¿Clase o educación?

Vuelta a la normalidad en el colegio Lycée français Molière.
¿Clase o educación?
Francisco Jiménez

Todavía hay clases y cada vez queda menos educación. 

Porque la educación se pone constantemente en cuestión a sí misma, como si sintiera una vergüenza antigua, una duda existencial donde la añoranza de la tarima y la enciclopedia se ve como una forma de retroceso. Culpabilidad de dinosaurios, que extrañan la tiza y la pizarra, sobre todo cuando la pantalla digital no arranca. Los profesores que acabamos el curso pasado a base de química y buena voluntad nos encontramos un septiembre de mutación orgánica, de leyes nuevas que son el papeleo de toda la vida: mover los muebles de la casa para conseguir que haya más agujeros en las paredes, pero sin manera de ventilar las habitaciones. Me tutea el sindicalismo crápula que extraña a la derecha, porque contra el PP se protestaba mejor. Décadas después de su llegada al poder, en mi región no se ha hecho nada para revertir aquellas decisiones. Pero tenemos bilingüismo, ‘yes of course’. Y gasoil hasta después del Pilar. Isabel Díaz Ayuso, que no es mi presidenta, suelta un pellizco a los docentes y como respuesta la oposición pide aumentar las horas diarias de apertura de los centros. Propuesta esa que me invita, en un futuro, a ponderar la idea de llevarme directamente a los chicos a casa, en un instituto como el mío, pequeño, rural, hay confianza. Me ayudarán a ordenar la colección de tebeos, planteando una situación de aprendizaje, y a instalar un ‘mod’ del ‘Pro Cycling Mánager’ y así trabajaremos las competencias clave digital. Les daré de merendar una fruta o un lácteo y cumpliremos el objetivo de alguna agenda.

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