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Cartas al director de HERALDO: Evocación de Javier Marías

Javier Marías
Javier Marías
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Evocación de Javier Marías

Conocí a Javier Marías en Soria, cuando él era un niño muy pequeño. 

Su familia pasaba allí los veranos en un sencillo piso de alquiler. Evoco la figura de su madre, Lolita Franco, de la que entonces nadie hubiera dicho que era una gran intelectual. De aspecto sencillo, aparecía en la Dehesa, el hermoso parque soriano, conduciendo una sillita de niño a cuyos dos lados se aferraban otros dos de edad muy similar. Lolita era la personificación de una madre siempre dedicada a sus cuatro muchachitos, tal vez afectada por la dolorosa experiencia de haber perdido muy pronto a su primogénito. El padre, el eximio don Julián, también era un hombre de familia, aunque a nuestros ojos apareciese más como el sabio autor de nuestros libros de texto de filosofía. Pasando el tiempo, Javier se convirtió en el magnífico literato que hoy tantos lloramos. Recuerdo que en la contratapa de uno de sus primeros libros me encontré sorprendida por la aparición de una foto suya que era una fotocopia de la imagen de su madre. Se lo hice saber y creo que la semejanza le hizo feliz, ya que Javier profesó siempre un especial afecto por ella. Guardo de él, además de la colección completa de cuantos libros ha publicado, el recuerdo de su amabilidad y cortesía. En vísperas de la pandemia publiqué un libro de memorias titulado ‘La hija del comisario. Memorias de postguerra en Soria’ y se lo envié pensando en que el tema contenía evocaciones comunes. Pasó mucho tiempo sin que obtuviese respuesta y por fin recibí de su puño y letra una amable carta en la que justificaba el retraso al haber pasado la pandemia lejos de Madrid, retirado en un rincón del Ampurdán. Duras paradojas de la vida. El que engañó a la covid ocultándose en un refugio lejano, no ha podido esquivarla ahora, cuándo la mayoría nos hacemos la ilusoria idea de que todo ha pasado.

Ana María García Terrel. Zaragoza

Querido Anthony

No sé si te enteraste que el 18 de enero del 2021 nos atropellaron a mi marido y a mí. Era una tarde soleada y estábamos paseando por un camino entre huertos y hierbajos. Un coche que iba a La Cartuja, deslumbrado por el sol, nos arrolló. Unos meses más tarde, el 20 de junio, tú volvías de La Cartuja por la noche en bici, te atropelló un coche y ya no volviste a tu casa. Me han visitado un montón de médicos, he perdido la cuenta de mis sesiones al fisioterapeuta, sigo haciendo rehabilitación, pero sé que he tenido mucha suerte porque, por fin, hoy he vuelto al colegio. Hoy he vuelto, Anthony. He vuelto al colegio, pero tú no... y yo tampoco lo entiendo. Y fíjate tú lo que son las cosas, Anthony, tu padre lo entendió. Roto de dolor y sacando fuerza no sé de dónde (seguramente le ayudaste tú) nos lo explicó: "Dios quiso tener un ángel más a su lado, por eso se llevó a Anthony con Él". Y nos dio una lección de vida a las cuatro profesoras que fuimos a despedirte al tanatorio y que no parábamos de llorar: «Solo puedo dar gracias al Padre por estos quince años que he tenido a mi hijo conmigo». ¡Qué grande tu padre, Anthony! ¡Qué lleno de amor y de fe! Tu madre, rota de dolor, nos confesó que lo que siempre desearon para ti es que fueras una buena persona. Que su esencial prioridad había sido que fueras un niño bueno y educado. Y lo consiguieron, Anthony, ¡vaya que sí! Todos tus profesores y tus compañeros damos fe de ello. Seguro que viste que, pasados unos días, tu madre vino al colegio una mañana. Se despidió de todo el claustro de profesores, nos dio las gracias por haberte acompañado en tu vida, por cuidarte tantos años y nos dijo que si tuviera otro hijo, lo traería seguro a este colegio. ¡Qué grande tu madre, Anthony! ¡Qué llena de cariño y delicadeza! Anthony, siempre te recordaré de pequeño, con tu carita redonda, tu piel morena, tu pelo perfecto y con esas gafas de semáforo azules y redondas tan graciosas. Me sigues haciendo sonreír al recordar que se te trababa la lengua al decir ‘astigmatismo’. Tranquilo Anthony, que esta vez no te voy a mandar leer. Esta vez te pido que nos cuides a todos los del cole, que falta nos va a hacer. Que cuides a tus compañeros de 4º de ESO que te echan de menos cada día. Y sobre todo, sobre todo, Anthony, por favor, cuida mucho a tus padres y ayúdales a que en tu recuerdo puedan encontrar una sonrisa. ¡Qué grande eras Anthony! ¡Qué grande eres Anthony! Te lo debía. Con todo mi cariño.

A. I. Díez Sanjoaquín, tu tutora de 3º de Primaria. ZARAGOZA

La ministra Llop

Dice la ministra Llop que oye en el autobús o en el metro hablar del bloqueo institucional del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Es sorprendente que oiga hablar de eso y no del IPC o, más en lenguaje coloquial, de la subida generalizada de los precios, de la cesta de la compra y del encarecimiento general de todos los precios y materias primas esenciales. Pero no. La ministra solo oye lo que le conviene a este Gobierno para echar toda la culpa al principal partido de la oposición. ¿ No oye hablar la ministra del aborto sin permiso paterno a los 16 años, del sometimiento del Gobierno a los partidos minoritarios, de la sequía, de la violencia juvenil y callejera... y un largo etcétera? Se puede decir sin temor al equívoco que el tema del CGPJ no está en el día a día de los ciudadanos. Dice el refrán que no hay peor sordo que el que no quiere oír. Pero no hay mejor sordo que el que solo oye lo que quiere.

Mariano Ara Báguena. Zaragoza

Apoyemos la figura del docente

Estos días se habla mucho en los medios de comunicación del tema metodológico en las escuelas. Cuando oigo alusiones a los centros educativos y a la labor del profesorado, siempre me pongo en su lugar, ya que esta ha sido mi profesión durante una larga etapa de mi vida. Me siento sobrepasada al escuchar comentarios tan banales como que los profesores tienen muchas vacaciones, que el horario escolar es muy bueno y que el sueldo es más que aceptable para quienes dedican su tiempo a este trabajo. Sin embargo, esta tarea es más ardua de lo que uno piensa y está en constante cambio, debido a que la sociedad va evolucionando y hay que estar con un espíritu de transformación en todo momento. ¿Cuántas veces oímos hablar de los esfuerzos de actualización del profesorado, su compromiso por realizar cambios en sus planteamientos metodológicos o de la dificultad con la que se enfrentan para cimentar las capacidades de los alumnos, estimulando la curiosidad y la cooperación? Ya es hora de apoyar la figura del docente, reconociendo que su trabajo conlleva una gran responsabilidad y que necesita contar con recursos que le permitan atender a grupos tan heterogéneos dentro del alumnado.

Gema Abad Ballarín. Reus (Tarragona)

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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