Remate

Trabajos en el yacimiento de Arba de Biel.
Remate
Universidad de Zaragoza

Este verano he contado lo más reciente de mi búsqueda de José Ángel, un hombre que dice viajar en el tiempo, tras el aviso de una informadora que creía haberlo identificado entre el personal de un yacimiento arqueológico. 

Pues bien, aquí van unos someros apuntes finales. Dan cuenta de los últimos comentarios que me han llegado y del desenlace de estas crónicas.

Empiezo por alguien que, considerando el voyerismo con catalejos del mencionado viajero, concluye que "todos somos José Ángel". En la misma línea, sin llegar a tanto, otra persona habla de "un trastorno leve y muy generalizado", y otra sostiene que "uno no se complace como quiere, sino como puede". Por el contrario, para mi disgusto, las demás opiniones de que dispongo, que suman once, acusan al mirón de indecente, a la vez que comprenden, disculpan y, en algún caso, justifican, a quienes planearon molerlo a palos.

En cuanto al desenlace, referiré que, iniciado mi tercer día en el pueblo, en pleno desayuno, la gerente del hotel me susurró confidencialmente las siguientes palabras: "Sus amigas se han ido sin pagar y, si nada lo remedia, tendré que denunciarlas". El caso es que, tras aclarar que las prófugas, es decir, la informadora antes aludida y Ariadna, la supuesta amante del supuesto José Ángel, no eran amigas mías, me hice cargo del roto.

Antes de marcharme, para cerrar el círculo de burla y sorna que me rodeaba, aunque acababa de saber la respuesta, pregunté en recepción cómo se accedía al yacimiento, que no había llegado a visitar. Y es que, salvo en sueños, no se puede visitar lo que no existe.

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