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Cartas al director de HERALDO: Imprudencias sobre dos ruedas y a pie

Apertura del carril bici de la prolongación de Gómez Laguna de Zaragoza.
Imprudencias sobre dos ruedas y a pie
Francisco Jiménez

Imprudencias sobre dos ruedas y a pie

Vuelven a ser noticia los vehículos de dos ruedas, mejor dicho, no han dejado de serlo. 

Por desgracia están ocurriendo más accidentes de lo que debería ser una conducción normal. Soy usuaria de bici, y todos los días en mi camino al trabajo, enumero las diferentes situaciones difíciles que sufro. Mis compañeros se ríen porque no se creen las imprudencias que cometen los conductores de dos ruedas. Debo frenar varias veces por el paso de personas, que son incapaces de mirar a ambos lados del carril bici. Cruzan por donde les parece. Me altero cuando un patín me viene de frente a gran velocidad. Los quiebros de su conductor/conductora, evitan que entre nosotros haya un choque con graves consecuencias. Sin contar la rapidez a la que circulan por las amplias aceras del paseo, esquivando a los ciudadanos de a pie.

Echegaray y Caballero tiene un difícil trayecto para usuarios de bici. ¿Dónde está la vigilancia policial, encargada de multar a dichos conductores? Existe una hermosa señal a ambos lados del puente de Piedra que advierte de su cruce andando. Son solo 45 metros. Cruzo a diario y de cada ocho o diez usuarios del carril, tan solo una o dos personas bajamos de nuestro vehículo y obedecemos la señal. A veces me digo que cruzaré montada en mi bici, pero luego me arrepiento. Seguro que un día me despisto, lo hago y ‘me pillan’. Por desgracia, la convivencia se está haciendo difícil, porque la mayoría de personas antinormas no escuchan cuando les recriminas algo. Total, no pasa nada, pero sí pasa. Un accidente, por pequeño que sea, siempre deja una huella en nuestra memoria. Un alto porcentaje de ciudadanos no respeta los semáforos, incluso adultos con niños pequeños les incitan a correr cuando cruzan en rojo. ¿Qué van a aprender? Pensemos cómo es nuestro comportamiento y qué debemos mejorar.

Josefina Palos Bernad. ZARAGOZA

Diez años del Ecce Homo

El Ecce Homo de Borja sigue en candelero tras diez años de la chapuza perpetrada por la pintora aficionada Cecilia Giménez, que popularizó a Borja en el mundo. Al principio las visitas al monasterio de Misericordia eran gratuitas, pero pronto vieron que se podían beneficiar económicamente cobrando una cantidad razonable. El Ecce Homo de su autor original, Elías García Martínez, lo conocían muy pocos, el Ecce Homo que ha interesado a miles de personas es la versión horrible de su supuesta restauradora. Elías García Martínez realizó sus estudios en la Escuela de Bellas Artes de Valencia y en Barcelona. Cecilia Giménez cogió afición a la pintura en las clases de dibujo de su colegio. Si el autor viviera, pensaría «ser un artista para esto, llega una aficionada, me estropea el Cristo y se gana la fama que yo no conseguí». Ahora, un internauta ha realizado otra versión del Ecce Homo con inteligencia artificial (IA) con el resultado de dar a Jesucristo un nuevo rostro muy poco atractivo, que nada tiene que ver con la obra original. En la obra de Elías García Martínez el rostro de Cristo es sufriente y la cabeza está coronada de espinas. En la versión de IA no hay corona de espinas y el rostro de Jesús es de mirada dura, nada sufriente. Sobre el rostro de Jesús se ha especulado mucho. También se ha utilizado la inteligencia artificial para tratar de averiguar cómo fue su rostro. Teniendo en cuenta que su nacimiento ocurrió en una región de Palestina, se trataría de un hombre moreno, de nariz aguileña, labios finos y mirada penetrante. A quien no se podía parecer es al Ecce Homo de la pintora de Borja, que según ella no lo había terminado de pintar cuando se popularizó en su ausencia. Dejar obras inacabadas no es aconsejable, aunque en este caso ha favorecido mucho a Borja y a ella misma. Ser considerada una mala restauradora es mejor que ser ignorada incluso como pintora aficionada. Entre los artistas aficionados tiene que haber un montón de genios, pero a veces no triunfa la genialidad sino la oportunidad, por chabacano que sea el resultado.

Antonio Nadal Pería. ZARAGOZA

Tasa turística

La noticia reciente en la que el alcalde sevillano apostaba por la implantación de una tasa turística a los extranjeros por el uso de los servicios públicos de todos los españoles –al igual que sucede en otras ciudades como Florencia, Milán o Roma– no debería caer en saco roto. Es preciso señalar al respecto, primero, que somos el país líder en el sector turístico mundial y segundo, que la mayoría de quienes nos visitan –¡ojo!, procedentes de un modelo de turismo basado fundamentalmente en el sol y playa– suelen originar auténticas batallas campales en sus lugares de destino a causa de las drogas, reyertas, riñas, enfrentamientos y borracheras, por lo que, en definitiva, no salen precisamente gratis a las arcas municipales españolas y, por ende, a nuestros bolsillos. Por tanto, e independientemente de los gastos que los ingentes paquetes turísticos extranjeros generan en nuestra economía, ante el indeseable escenario que habitualmente acostumbran a ‘montar’, especialmente durante los meses veraniegos, en nuestras hermosas y numerosas playas, sería absolutamente sensato este ingreso extraordinario propuesto por el sagaz edil andaluz, al que, por cierto, los ‘guiris’ se han hecho justamente acreedores.

Carmen Trasobares López. ZARAGOZA

A plazos

Unos amigos de mis padres tenían una joyería a unos metros de nuestra calle, en los primeros números de una avenida. En el escaparate delicadamente decorado se exponían joyas de oro, pulseras, relojes, collares. Todo para una mujer moderna, marcando una nueva España. Yo era una niña de 11 años, de una familia numerosa. Mi madre, enferma, pasaba meses en la cama. Un día le comenté que la dueña de la joyería me había parado en la calle, preguntando por mi madre. Me habló de las joyas que había recibido y que el comercio en general había sacado una fórmula de venta a plazos para adquirir electrodomésticos, muebles, joyas y otros enseres. El comentario de la joyera le gustó. Mi madre era aficionada a adquirir joyas, mi padre le regalaba alguna de vez en cuando. Yo era su confidente y recadera. A la joyera, mandada por mi madre, le propuse que me dejara unas joyas para que las viera. La dueña se puso contenta, pues vio una clienta en potencia. Preparó una manta plegable con joyas de todo tipo, atada con una goma. Me la puso debajo del brazo para que las viera mi madre y me pidió mucho cuidado. Me esperaba con impaciencia en el lecho y eligió unas pulseras que se llamaban ‘las siete esclavas’. Con la manta debajo del brazo volví a la joyería. Cuando yo pagaba cada plazo, la dueña me entregaba un recibo. Aprovechando ese método de plazos, una tía mía que fregaba por las casas se pagaba joyas para lucirlas en su cuello y brazos y presumir en el barrio de poderío económico.

Pilar Valero Capilla. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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