Por
  • Javier Sebastián

Radiación

Un aspecto de la central nuclear de Zaporiyia, en Ucrania.
Radiación
Bai Xueqi / Xinhua News

Imaginen estas comillas: 

"Hallados en una cueva unos recipientes de hace miles de años que contienen residuos extraordinariamente contaminantes. Al parecer, son desechos de un combustible con el que ciertos grupos de humanos se proveían de energía durante algún tiempo. El peligro de esos residuos todavía perdurará durante miles de años. Hoy no sirven para nada. Y se sospecha que hay decenas, quizás cientos de cuevas como esa. Otros recipientes debieron de acabar en el mar". En el caso de que haya prensa (que no la habrá, claro), es lo que alguien escribirá dentro de miles de años cuando un ser humano (que no los habrá, por supuesto), encuentre los residuos radiactivos que producimos hoy. Windscale (1957), Three Mile Island (1979), Chernóbil (1986), Tomsk-7 (1993), Fukushima (2011)... lista a la que podría sumarse ahora Zaporiyia.

La Unión Europea acaba de catalogar la energía nuclear como verde. Sarcasmo obsceno. ¿Y segura? También el Kremlin decía que los reactores RBMK eran tan seguros que podían instalarse en la mismísima Plaza Roja, y luego explotó el reactor cuatro de Chernóbil, un RBMK. ¿Quién atenderá los silos de almacenamiento de residuos nucleares hasta la extinción de la especie? La Unión Europea está ante la mejor oportunidad de la Historia de acelerar el desarrollo de las energías renovables. Eso, claro, si Zaporiyia no salta antes por los aires, porque entonces ya todo dará igual. En los alrededores de la central ya están repartiendo yodo. 

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