M. Gracia Albacar
He releído este verano las ‘Memorias’ de un zaragozano, de Mariano Gracia Albacar, que relatan con mimo y detalle la vida en nuestra ciudad a mediados del siglo diecinueve.
Fueron publicadas por entregas en HERALDO DE ARAGÓN a comienzos del veinte, en vida del autor. A mediados de los cincuenta del pasado siglo las rescató La Cadiera y las publicó en diez de sus cuidados y preciados libritos y más recientemente las ha reeditado la Institución Fernando el Católico en otra primorosa edición.
Están llenas de historias, de personajes y paisajes de la Zaragoza de aquel tiempo, contadas con gracia y una mirada a su alrededor curiosa e inteligente, pero siempre bondadosa. Es la vida de la ciudad antes del ferrocarril, con muchos barcos de carga que surcaban el Ebro y hasta un barco de pasajeros que iba por el Canal Imperial varias veces por semana hasta El Brocal. Se describe la cincomarzada o las visitas a la ciudad de Espartero e Isabel II, pero también la vida cotidiana en las casas, las tiendas y las tabernas. Nos cuenta la rivalidad y las riñas infantiles entre los de la parroquia del Gancho y la del Gallo, con el mismo detalle que los levantamientos políticos. Se ve el crecimiento de la ciudad hacia el Salón de Santa Engracia, mientras desfilan personajes como Juan Bruil o Jerónimo Borao. En fin, deliciosas. Uno solo lamenta que no tuviera tiempo de escribir más. Nadie que ame esta ciudad debería dejar de leerlas.