Nichos en propiedad

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Nichos en propiedad
Heraldo

Cuando de niño tocaba visitar el cementerio de Casetas, generalmente por el Día de Todos los Santos, me fascinaba esa inscripción que incluían algunos nichos: "En propiedad". 

Algo similar está ocurriendo con los nuevos formatos de consumo de información o entretenimiento, donde los proyectos de comunicación se están acostumbrando a convertirse en una peña de amigos con los mismos intereses donde todo resulta amigable hasta que acuden voces disonantes con lo esperado. El riesgo ahí no es tanto la ambición del lector u oyente por leer o escuchar ideas o a invitados que le refuten en sus ideas, prejuicios o dogmas, pues ese deseo es costumbre, sino el rol que están jugando los conductores de estos espacios en consentir a toda costa los deseos de su audiencia. La cultura llamada ahora de la cancelación, otrora ostracismo, censura, es probablemente uno de los mayores riesgos a los que la sociedad se está acercando en los últimos tiempos, paradójicamente entre el jolgorio del respetable y la aceptación de ciertos periodistas o comunicadores.

El modelo de consumo de información o de espacios para el debate (tertulias, ‘podcasts’, periódicos) basado en la suscripción y en la fidelización de una audiencia ‘nicho’ exige un contrato entre el suscriptor y el editor de difícil fidelidad: el respeto a la pluralidad y la discrepancia. Exigencia que choca radicalmente con la actual industria del eslogan ideológico que ordenan las redes sociales, afanadas en generar (repito) ‘nichos’ ideológicos y políticos que están consiguiendo que una parte importante de la población se crea cada vez con más razón y con menos tolerancia a lo ajeno.

Esta circunstancia, en un contexto donde parece que el modelo tradicional de negocio de la comunicación ya no vale para casi nada, revela al contrario una lección que se debería aplicar a los nuevos modelos empresariales de todo el sector: un foro de información o debate sirve para que todo el mundo se exprese y, a partir de ahí, que cada uno saque sus conclusiones. Lo que no se puede admitir es que los espacios de comunicación se conviertan en otro hilo de tuits que colocar en los sesgados algoritmos. A base de nichos en propiedad, vamos a matar el debate, la ambición de pensar, equivocarse y dudar, el gran camino para entender y saber.

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