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Cartas al director de HERALDO: El colectivismo frente al cambio climático

El cambio climático afecta de distinta forma según los recursos que se tengan
El colectivismo frente al cambio climático
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El colectivismo frente al cambio climático

La guerra en Ucrania; las declaraciones contra de las macrogranjas y a favor de la ganadería extensiva de un ministro comunista –declaraciones que, en rigor, tienen mucho de liberal, por lo que suponen a favor de la dispersión frente a la concentración del capital–, las medidas restrictivas para el ahorro de la energía (y que deberían ser crónicas para intentar salvar el clima)... cualquier cosa sirve de excusa para vilipendiar no ya a los partidos comunistas (que, ciertamente, no se han lucido cuando han alcanzado el poder) sino también al ideario comunista más teórico e idealista, tachándolo siempre de criminal y despótico o de ingenuo y negligente, de una manera tan dogmática por parte de los liberales económicos como suele serlo en contra del capitalismo la de los comunistas más furibundos. 

Me hacen gracia estos liberales de la economía que pecan de ceguera y pretenden seguir la fiesta a la que nos hemos entregado todos; esa fiesta del consumismo y del derroche en la que basamos nuestra supervivencia por el insoslayable hecho de que la relación consumo-trabajo nos da de comer –hoy, que mañana está por ver–, sin hacer caso a las consecuencias medioambientales, y que osan despreciar a esos otros que consideran que, a pesar de que no sea divertido y de que muchos lo utilizarán para medrar, a la humanidad no le queda otro remedio que hacer algo parecido al colectivismo económico, organizándose la gestión a mayor o menor escala territorial... ¿Se ríen de ellos? Quizá les salve el que es probable que los próximos años sean lluviosos y frescos, como lo fueron los años posteriores a 2003, otro año de verano infernal. Pero en el fondo saben que es vital considerar la opción colectivista, sin que Chernóbil, el Mar de Aral y otros desastres ecológicos ‘comunistas’ sean una buena excusa para no hacerlo.

Carlos San Miguel Echeverría. TARAZONA

Ideolatrías

Parece demostrado que las sociedades que se alejan de Dios acaban adorando ídolos. A los clásicos, becerro de oro, fama –buena o mala, hoy redes sociales–, la egolatría, se añaden los más modernos: la ‘tecnolatría’ y las ‘ideolatrías’. No aprendimos el daño que causaron a la Humanidad en el siglo XX las guerras provocadas por las ideologías políticas. Y asistimos a erigir altares a la ideología de género (en verdad, sexo), al animalismo, al cambio climático, a la pachamama, al ecologismo (no confundir con la ecología). No se discuten sus postulados, muchos de ellos infumables, se imponen desde el poder, no se debaten. Se convierten en dogmas de fe incuestionables. Quien discrepa es un hereje tachado de negacionista, fascista, machista… Es cierto que el papel en que están escritas lo aguanta todo y así nos va, porque el tiempo va desvelando lo vacuos y falsos que son los ídolos. Hay que reivindicar el valor de las ideas, sustentadas en la creatividad, el estudio, el análisis riguroso, la experimentación, la confrontación. Devienen entonces en soluciones válidas y progreso verdadero para la sociedad. Las ideas aprisionadas en un sistema ideológico que se impone pasan a la categoría de ‘ideolatría’, y ya se sabe, propio de sociedades primitivas.

Pablo Rivero San José. ZARAGOZA

Hacer buen uso del sistema de salud

No sabemos la suerte que tenemos con nuestro sistema público de salud. No te das cuenta de ello hasta que te encuentras dentro y ves todo el dineral que cuesta el material, medicamentos (que entran constantemente por los almacenes del hospital), sueldos de personal (celadores, auxiliares, técnicos, enfermeras, médicos...), contratas externas, etc. Nos quejamos de que pagamos muchos impuestos y del mucho dinero que nos han robado y nos siguen robando todos los políticos. Pero el usuario no se da cuenta de lo que malgasta muchas veces sin tener necesidad de ello. El pedir medicamentos sin necesidad alguna. El acudir a urgencias es por una urgencia; no por cualquier síntoma o nimiedad. El que no nos atiendan en el centro de salud no es motivo para saturar las urgencias de un hospital. Hay que tener paciencia, si no te cogen el teléfono ahora, será después y si no es hoy, será mañana. Lo importante es que te atiendan y hacer lo que te dicte el sentido común. Todos juntos y unidos hacemos nuestra Seguridad Social. No malgastemos los recursos tan maravillosos que tenemos y la suerte de poder disfrutar de todos ellos, si no usarlos cuando realmente los necesitemos. No abusemos del sistema, usemos lo absolutamente necesario de él; en bien de todos.

Nuria Marruedo López. ZARAGOZA

Los cuerpos gloriosos

Si la Generalitat incita a lucir libre el pezón femenino para igualar –en derechos– al del hombre, cabe esperar con impaciencia que, siguiendo la lógica del proceso, se defina el ejecutivo sobre si la mujer catalana (ámbito territorial de su competencia) debe sustituir la braga brasileña, tan en boga este verano, por el calzón masculino. El tema es arcaico. La polémica del sí o no al bikini, préstamo de Suecia, infierno y paraíso de nuestros años sesenta, se decantó a favor de la importación del dos piezas. Hablando entonces con algunas chicas, y salvando el tema de la prohibición, al manifestar yo la irrelevancia en sí del uso de una u otra prenda (bikini o traje de baño convencional), terció súbitamente una de ellas: «Lo que se han de comer los gusanos, que lo vean los cristianos». Desde aquí se puede ir a muchos sitios. Por ejemplo, si son o no cristianos todos los catalanes y, caso de que no, si se incita también desde el ‘govern’ a las catalanas no cristianas a simultanear el ‘top less’ con el ‘yihab’. Dos. Si la pulsión exhibicionista de Lucía, así se llamaba, lo es de especie, y entonces no hay que incitar a nadie, o va por territorios o por cuerpos. En todo caso, ‘legislar’ sobre el atuendo femenino se me antoja obtuso y fuera de época.

Javier Turrión Berges. ZARAGOZA

Tambores de recesión

Los tambores de recesión de hace unos meses ahora resuenan con más fuerza y cercanía. Ante los últimos datos, muchos expertos nos han presentado un panorama desolador, debido al retroceso que ha experimentado nuestra economía a lo largo del tercer trimestre del año. En un tiempo, precisamente, en el que prácticamente todo ha vuelto a la añorada normalidad tras dos años de pandemia, en el que se ha suprimido el uso de la mascarilla, así como en el que nuestros políticos han disfrutado –dejando a un lado las serias, peligrosas y múltiples advertencias– de sus vacaciones anuales. Y es que siempre se ha dicho que lo malo de las democracias es que, siendo el pueblo el soberano, si a la hora de las elecciones utiliza mal el voto, luego tiene que apechugar con los resultados.

Mar Ramos Navarro. ZARAGOZA

Las cartas al director no deben exceder de 20 líneas (1.500 caracteres) y han de incluir la identificación completa del autor (nombre, apellidos, DNI, dirección y teléfono). HERALDO se reserva el derecho de extractarlas y publicarlas debidamente firmadas.

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