Serpientes de verano

Serpientes de verano
Serpientes de verano
Heraldo

Hubo un tiempo en que los periodistas que trabajaban en verano sufrían por rellenar los periódicos, que también adelgazaban sus páginas. 

Buscaban noticias que nos atrajeran entre la piscina y la hamaca, pues los lectores estamos acostumbrados a una oferta incesante de información. Hubo incluso quien puso nombre a tanta irrelevancia informativa, ‘serpiente de verano’ o ‘culebrón del verano’, un bicho periodístico muy inofensivo con el que nos entretenían la espera de que apareciese la siguiente.

Los fuegos, el calor y la sequía han sido la noticia del verano. Las altas temperaturas no son una exageración, junto con la sequía que ha llegado para quedarse. Pero es que son mucho más que una noticia. Son seguramente el indicio, pues asoma un hecho que cambiará nuestra vida, nuestras elecciones de corto y largo plazo, nuestras vacaciones y nuestros destinos como nunca antes nada nos había cambiado. El cambio climático no es sólo una cumbre, no es Greta Thunberg, ni los informes que sitúan la temperatura medio grado arriba o abajo de más. El cambio climático está aquí y como tal no es de izquierdas ni de derechas. Ahora bien las propuestas para afrontarlo pueden ser distintas pero si algo necesita acuerdo y consenso es ese tema por su transversalidad.

Ese año no hemos tenido ‘serpientes de verano’

Pero la estrella del verano han sido los incendios. Hemos visto en periódicos y televisiones llamas, evacuaciones y muchas personas hemos tenido las llamas de cerca. Los de este año no sólo son mucho más numerosos, es que también son más grandes, más destructivos y no dejan a nadie a salvo. Más de 27.500 personas tuvieron que ser desalojadas de sus casas. Su angustia y tristeza conmocionaba, ante unos fuegos que cercan cada vez más a las poblaciones. Pero la novedad no sólo está en las cifras. No es cuestión de cantidad. Los fuegos de este verano están cercando bosques, poblaciones, trenes, explotaciones agrarias y lugares con entornos naturales especialmente descuidados.

Una palabra ha resonado tras ellos: prevención. No se puede esperar a que el bosque arda para intervenir. A ella le acompaña otra: gestión forestal; es decir que no sea una catástrofe medioambiental ni vaya a amenazar a la población. Son varias las causas que se señalan para los incendios, desde la despoblación a las altas temperaturas y a la falta de humedad. Factores que están transformando la naturaleza. Es una llamada a la necesidad de cambiar nuestro modo de vida, por lo que deberíamos cambiar nuestra manera de vivir y de relacionarnos con el mundo natural que nos rodea. La cercanía del incendio de los pueblos del Somontano del Moncayo me ha permitido conocer que junto con una importante cantidad de masa forestal, monte y pasto, se han quemado explotaciones agrarias y ganaderas que, en muchos casos, eran el único medio de vida de familias enteras. Pueblos que estaban en fiestas, y pasaron de un ambiente lúdico y de asueto a defender sus casas. Se ha visto la solidaridad de los vecinos. Es un ejemplo de la importancia de los que allí viven. Y como decía uno de ellos: "El monte no se limpia con papeles, sino con pastores".

Lamentablemente, la actualidad
nos ha traído olas de calor que anuncian la llegada del cambio climático y virulentos incendios forestales que han obligado a evacuar a miles de personas

En el Consejo de Ministros del 1 de agosto, se aprobó un real decreto-ley de medidas urgentes para mejorar la capacidad de respuesta frente a incendios forestales durante todo el año, y en el del 23 de agosto se aprobó la declaración como zonas catastróficas de todos los territorios afectados por los grandes incendios este verano, es decir, que afectan a más de 500 hectáreas. Confiemos que no pase como con el bono de alquiler. Ninguna comunidad autónoma ha resuelto el bono del alquiler joven, Se podían realizar desde abril, y todavía no lo han hecho a 10 días del comienzo del curso. De nuevo la política de hacer, gestionar, frente a la política de solo comunicar. Ni la sequía, ni la guerra de Ucrania, ni los pavorosos incendios, ni el cambio climático, ni los problemas energéticos, ni la desigualdad rampante... fatalmente no son serpientes de verano. Cómo añoro esas no noticias que durante dos meses al año te alegraban y relajaban con su frivolidad, fiestas, verbenas, música y alegría en todos los pueblos de nuestra Comunidad. Tristemente, lo que antes quedaba anulado durante un par de meses al año, ahora se pasea por el verano con amarga impunidad.

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