Ceñirse el cinturón

Hay que ajustar el termostato para ahorrar energía.
Hay que ajustar el termostato para ahorrar energía.
HERALDO

El Ayuntamiento, la Diputación, la Seo, el Pilar, El Corte Inglés, los grandes almacenes y pequeños comercios.

 Todo apagado. ¿Otra vez una ciudad fantasma? Ahora por la pandemia económica y las consecuencias de una guerra a todas luces, valga la paradoja, de lo más absurdo.

Con la que está cayendo, entras a un bar y apenas te refrescas ni se te quita la sed. Claro, mayor consumición, más beneficios aparte del ahorro para el establecimiento. Lo mismo en el cine, sudas la gota gorda. Aunque el abaratamiento en las piscinas suponga un mayor bien para el ciudadano que para el concejo. Y es que con el cambio climático que se nos avecina, y que ya está aquí, 27 grados no son nada ni añaden el menor alivio.

¿Cómo será el otoño? ¿Y este próximo invierno? Vaticinan que vendrán inhóspitos y heladores, y deberemos agachar las orejas ante el sátrapa Putin. ¿Habremos de cambiar las mascarillas por camisetas térmicas, jerséis de cuello alto, abrigos, gorros y bufandas? ¿Una nueva Siberia en pleno centro y sur de Europa? ¿Y si es otra forma de anexionar territorios y conciencias?

Ya me imagino, en casa, el trabajo o la escuela, las grandes superficies, espectáculos o si vas a comer, a 19 grados. Será el invierno de los edredones. ¿Habrá un ‘baby boom’ bajo las mantas? Y pienso en los niños, en los mayores, en las personas con asma u otras patologías respiratorias. ¿Pandemia tras pandemia sin final?

De todas formas, sin obviar los cambios inminentes ni la catástrofe que puede conllevar para esta casa que llamamos Tierra, calores extremados y fríos heladores existieron siempre. «Tengo frío junto a los manantiales. He subido hasta cansar mi corazón» (Antonio Gamoneda, ‘Libro del frío’, 1982). El verano de mi selectividad fue especialmente tórrido; y aún recuerdo las camisas cristos en los tendederos de pequeña.

Pensamos que nunca hubo estos incendios. Creemos que estas temperaturas, esta sequía… Fantaseamos con el final de todo. ¿Anticipo de la era posnuclear? «El ciego sol, la sed y la fatiga. / Por la terrible estepa castellana, / al destierro, con doce de los suyos / -polvo, sudor y hierro- el Cid cabalga» (Manuel Machado, ‘Castilla’). Nada nuevo bajo el sol ni sobre el hielo. Y mejor que el Señor, llámese Naturaleza o Sociedad, nos encuentre con la túnica ceñida y encendida la lámpara del sentido común.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión