Las vacaciones diseccionan nostalgias. 

Me pregunta un amigo si para viajar a Reino Unido es necesario tener el pasaporte covid actualizado. Le digo que no pero le recuerdo que sí hace falta para poder volver a España. Nosotros fuimos con nuestro papelote, con nuestra tercera vacuna puesta hace menos de nueve meses, y en el aeropuerto de Barajas el control supuso pasar a ritmo ágil por un pasillo donde solo enseñabas de lejos el código QR del documento. Podría haber sido mi pasaporte covid o un descuento del supermercado lo que mostré a un personal que, eso sí, iba ataviado con pijamas sanitarios como si entrar en España fuera entrar en un espacio quirúrgico. Son de esas cosas que, a uno, que aún tiene un mínimo de dignidad y acaso orgullo ¿patrio?, le avergüenzan de su propio país. Tan postureta, tan estamos aprobando algo y un día lo vamos a poner en marcha. Una tomadura de pelo que infantiliza a los ciudadanos y se ríe de todo aquel que se haya tenido que enfrentar con la peor cara de la pandemia.

Paripés de paso que les sirven a algunos para vender eficacia (a veces externalizada vía concurso público con el dinero de todos) y que se pueden permitir porque el verdadero logro de las mejores cosas de esta España acaban por ser las que ponen de acuerdo a una parte notable de los ciudadanos, y a la corriente que sigue la inercia de esas personas buenas. En este sentido, las farmacéuticas que desarrollaron las primeras vacunas contra la covid están anunciando ya que para este otoño tendrán listos sus nuevos fármacos actualizados a las variantes de la covid-19. Una noticia feliz a la que se le escurre un argumento facilón anticapitalista y conspiranoico de que conviene huir, y que nos exigirá de nuevo como sociedad repetir el éxito de vacunación que logramos con las primeras campañas vacunales, y que consiguieron que ahora podamos hacer una vida prácticamente de vieja normalidad.

Faltan los expertos, que decidan a quién vacunar, cuándo y cómo. Pero el tesón responsable de los ciudadanos llamados a filas no se podrá desinflar por ver un covid suavizado gracias a las vacunas y sus atemperados contagios. Es el favor que nos debemos como sociedad y por valor de la vida y los lujos de esta parte del mundo. Un otoño de futuros salvados con esfuerzos, ahora sí, honestos.

@juanmaefe