Los precios de los hoteles

Los precios de los hoteles en España han subido muchísimo este verano.
Los precios de los hoteles en España han subido muchísimo este verano.
Europa Press

De auténtica «locura» han calificado algunos periódicos españoles las subidas de los precios de los hoteles, que sitúan en porcentajes que van desde al menos un 16% hasta más de un 40%, aunque señalan también subidas de hasta el 100% en determinadas zonas turísticas. 

Es decir que en general han subido mucho más que la inflación, aunque sea también cierto que los costes de los insumos hoteleros hayan tenido sus incrementos; no sé si tanto como para justificar algunas subidas que no pueden recibir otro calificativo que brutales.

Es verdad que la demanda se ha disparado (o quizá disparatado) por circunstancias diversas y en virtud de esas leyes del mercado que nos enseña la economía la presión de la demanda hace que los precios tiendan a subir. Y es que estamos sin duda ante un año excepcional: las ganas de los españoles de gastar, dicen, todos esos millones que hemos ahorrado durante los dos años de pandemia; la recuperación del turismo exterior; el temor a viajar al extranjero por la guerra ruso-ucraniana, la sensación de ‘carpe diem’ ante las incertidumbres del futuro… Todo ello ha producido este ‘boom’ de los precios que a veces parece también algo disparatado. Personalmente, y me muevo con frecuencia a lo largo del año, me he llevado más de un susto al comparar precios con sólo unos meses de diferencia. De verdadero escándalo.

Según fuentes del sector, la población empleada en los hoteles españoles ha disminuido con relación a la fuerza laboral que existía antes de la pandemia (un 6,5% según el INE), lo que hace pensar en si se habrá mantenido la misma calidad en los servicios (CC. OO.: este año quienes van a pagar más van a recibir peores servicios)

Es comprensible que los hoteleros quieran recuperarse de las pérdidas que hayan podido tener durante los dos últimos ejercicios, pero los incrementos de precios unidos a las más recientes prácticas hoteleras sobre reservas, cancelaciones, garantías de pago, etc., podrían empezar a disuadir a los viajeros de moverse o incitarlos a emplear otras formas de alojamiento, reducir sus días de estancia o simplemente a quedarse en su casa vistos los precios. Veremos qué panorama se nos presenta cuando llegue el otoño y se desinfle este suflé de la demanda, tal y como parecen indicar las perspectivas que se nos anuncian.

¿Volverán las ofertas promocionales? ¿Se reajustarán los precios? ¿Se mantendrá el ansia viajera de los españoles? ¿Vendrán esos millones de turistas que necesitamos? ¿En qué medida afectarán al sector estas medidas que está tomando -y seguirá tomando- el Gobierno para combatir el déficit energético?

Son muchas las incógnitas que se abren no sólo para el sector hotelero, sino para todos nosotros. No es la menos importante la componente de los precios, porque la lógica económica nos dice que, si la demanda de un bien o servicio se reduce, la tendencia de los precios va a ser a la baja. En todo caso, yo deseo dinamismo, fortaleza y éxito a un sector estratégico para España como es el de los hoteles.

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