Por
  • Pedro Cía Gómez

Médicos con vocación

Médicos con vocación
Médicos con vocación
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Médicos con vocación’ es el título de la campaña lanzada por el Colegio de Médicos de Zaragoza el pasado mes de mayo y que ahora termina. 

Casi a la vez, el pasado día 21 de julio, se ha conocido la segunda oleada del Barómetro Sanitario de junio (realizado por el CIS), que, entre otros datos (recogidos entre 2.584 personas encuestadas), notifica que entre aquellos que asistieron a la consulta del médico de cabecera durante los doce meses últimos, casi el 80% (78,8%) estimaban como muy buena o buena la atención recibida.

Es ya clásico que se reconozca la calidad de nuestros profesionales (médicos y enfermeras) en nuestro país y también en el extranjero, según comentaba recientemente la escritora y periodista Julia Navarro (HERALDO, 22 de julio), y sin embargo las compensaciones de tales profesionales en cuanto a su promoción profesional no están ni mucho menos a la altura de su calidad y de lo que resuelven, tal como resaltaba esta autora. En definitiva, se les cuida poco. ¿No estamos quemando o despilfarrando un capital, el principal, el capital humano que constituyen estos buenos (o excelentes) profesionales? Urge abordar seriamente los problemas de los médicos y de todos los trabajadores de la salud, proporcionando tiempo para sus consultas, propiciando ambiente de trabajo adecuado a los equipos y personal suficiente, generando alicientes e incentivos a estos buenos profesionales y… ¡escuchándolos! No bastan las proclamas de algunos a favor de la sanidad pública. Se necesitan coordinación, sabiduría y voluntad para abordar sus problemas y para fomentar la cooperación entre sanidad pública y privada, aprovechando los valiosos recursos de ambas. Se trata de cuidar (más allá de partidos y posturas) la salud de todos y de todas.

Por su impulso vocacional, el médico atiende las necesidades del paciente con
independencia de cómo se compense su trabajo

Por su impulso vocacional, lo habitual es que el médico (y el conjunto de los profesionales de la salud) atienda sobradamente a las necesidades y requerimientos del paciente, al margen de cómo se le compense. Pero claro, esta actitud y actividad de los médicos con vocación no exime a las autoridades de velar por su importante cometido. En la vocación médica se integran, según Laín Entralgo, dos instancias: primero, una inclinación (que surge sin pensar en ganancias) a ayudar a quien lo necesita por su enfermedad y, segundo, un deseo de conocer la naturaleza, todo lo referente a la naturaleza de las personas en su salud y en sus enfermedades, con objeto de dominar en la teoría y en la práctica procedimientos para promocionar la salud, curar, si se puede, pero siempre aliviar y consolar; lo cual implica una constante formación, casi siempre a costa de supuestas horas libres.

Estos componentes vocacionales ya los señalaban y relacionaban los médicos de la escuela de Hipócrates en el siglo V antes de Cristo, y así en el libro ‘El decoro’, uno de los setenta de esta escuela, se expresa: "Donde hay amor por la humanidad (filantropía), hay amor por el arte (filotecnia)", es decir, según su lenguaje, por las técnicas y procedimientos para curar. Sobre estos componentes la vocación se desarrolla como un proceso a lo largo del tiempo. Desde unos atisbos iniciales va madurando con el estudio y la práctica y el conocer día a día la vida de las personas enfermas, pudiendo culminar, como ya observó Platón, en verdadera amistad entre médico y enfermo.

Pero eso no exime a las autoridades
y a la sociedad de velar por que los médicos tengan condiciones adecuadas

La campaña ‘Médicos con vocación’ ha permitido que todos veamos en autobuses urbanos y en televisión imágenes de los médicos de hospitales, centros de salud, urgencias, ucis, etc., los mismos que generosamente desarrollaron, junto con todos los trabajadores sanitarios y con el apoyo de los ciudadanos, una tarea excepcional durante las etapas más crudas de la pandemia. Hoy siguen cerca de nosotros con su trabajo y… ¡con no pocas dificultades! Ayúdales en su realización vocacional, es decir, ayúdales a que te puedan ayudar lo mejor posible.

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