Pendientes de si Putin cierra el grifo

Estación de recepción de gas del gasoducto Nord Stream I en el norte de Alemania.
Estación de recepción de gas del gasoducto Nord Stream I en el norte de Alemania.
Jens Büttner / DPA

Una buena política energética tiene que aunar tres requisitos: asegurar el abastecimiento, mantener precios razonables y avanzar, lo más rápido que se pueda, hacia la descarbonización. 

No es fácil. Y en estos momentos en Europa no cumplimos con ninguno de los tres. El suministro está amenazado ante la posibilidad de que Putin nos corte el gas. Esta semana deben terminar las reparaciones del gasoducto Nord Stream I, y la UE está pendiente de saber si el mandamás ruso reabre el grifo o lo deja cerrado para presionar a sus adversarios, que somos nosotros. Sin el gas ruso, una consultora calcula que algunos países de la Unión -como los bálticos o Finlandia- tendrían que reducir su consumo el próximo invierno en más de la mitad; Alemania, en casi un 30%. Son recortes que solo podrían gestionarse con algún tipo de racionamiento. España -en teoría- no se vería muy afectada, pero tendríamos que buscar el modo de ser solidarios y, en todo caso, la paralización de la economía de nuestros socios sería un desastre también para nosotros. En cuanto a los precios, poco hay que decir, a la vista está que no son razonables. Y sobre la transición hacia las energías renovables, en este momento la Unión Europea camina marcha atrás, reabriendo centrales de carbón -donde no las dinamitaron-, porque lo más perentorio es asegurar el suministro de electricidad, aunque los objetivos ambientales se retrasen. La guerra de Ucrania tiene dos frentes, en el de hierro y fuego combaten soldados ucranianos y rusos; en el económico y energético, Europa y Rusia se echan un pulso. A ver quién resiste más.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión