Director de HERALDO DE ARAGÓN

El fin de la neutralidad

Cumbre de la OTAN en Madrid
Cumbre de la OTAN en Madrid
Agencias

Apoyados en la historia, la cumbre de la OTAN de Madrid, tal y como titulaba el diario ‘ABC’, ha declarado la Segunda Guerra Fría con Rusia como la amenaza más importante. Se desmorona la concepción de un mundo global y globalizado. Los mapas incorporan intensas zonas de sombra. Surge un nuevo telón de acero, semejante al que definió Churchill, que cuestiona la tesis de Francis Fukuyama descrita en ‘El fin de la historia’ y que atribuyó un rotundo triunfo de las democracias liberales sobre el modelo comunista. La quietud con la que pareció amanecer el siglo XXI se ha roto para fragmentar el escenario mundial en pequeños trozos geoestratégicos. El planeta se reequilibra y da por superada la reciente etapa que primó las relaciones comerciales y que permitió que los bloques se diluyeran. Las nuevas amenazas han hecho que quien se había sostenido en la neutralidad, como Suecia y Finlandia, logrando vivir en un mundo felizmente anticipado, más tolerante con los vecinos y plagado de las certezas que otorga un generoso y bien dotado estado del bienestar, se vea en la obligación de refugiarse bajo el paraguas de la OTAN. Cambia el mundo y se oficializa la existencia de modernos y reconocibles enemigos, incorporando al repertorio de nuevas agresiones amenazas híbridas como el corte del suministro gasístico o las avalanchas de migrantes. Los ciberataques pasan a considerarse algo muy próximo a una agresión convencional y la concepción de soberanía supera el plano territorial para adentrarse en los valores y principios que definen el modelo cultural de un país. Occidente se expresa agitado y receloso del multiculturalismo.

La histórica cita de Madrid ha supuesto el triunfo de la concepción del reparto del mundo en grandes bloques pero, especialmente, ha introducido la necesidad de situarse en el lado correcto del alineamiento. Solo en España, el gasto militar que exige la modernización y adecuación de las Fuerzas Armadas deberá duplicarse, mientras que Europa, que debate la opción de ocuparse de su propia defensa, se muestra satisfecha y arropada ante la llegada de más tropas estadounidenses. La política de defensa de cada uno de los países de la OTAN deberá encajar como las piezas de un puzle para que el territorio aliado quede completamente mallado, también Ceuta y Melilla. La Alianza, reforzada por el compromiso de los socios de elevar su aportación militar hasta el 2 por ciento del PIB, recupera la condición de actor político y sitúa a Pedro Sánchez ante los muchos condicionantes que arrastran sus socios. ‘El fin de la historia’, de la etapa sin grandes conflictos entre países, se da por superada y los amargos años 20 del siglo XXI, definidos por la pandemia y la falta de suministros, dan entrada a un capítulo donde los socios fiables se convierten en piezas imprescindibles y donde se está a la espera de la reacción de los nuevos contrarios. Se empequeñece el mundo y crece la visión introspectiva de las relaciones internacionales a cambio de un concepto de la seguridad que deberá comenzar por una reindustrialización de Europa y por la convivencia con la amenaza como elemento de disuasión. Las guerras, que resultaban lejanas, se muestran en exceso próximas y los choques, de mayor o menor gravedad, se presupone serán constantes.

Esta nueva concepción internacional terminará por colarse en lo local. Los grandes proyectos de colaboración con países alejados del bloque aliado han entrado en una fase de duda. China, que hasta ahora era un proveedor natural, ha sido definido como una amenaza. ¿Qué será ahora de proyectos como el tren de la seda y los contactos para la instalación de una fábrica de baterías o componentes? ¿En qué quedarán las relaciones comerciales ya establecidas?

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