Después de Andalucía

Aunque el Gobierno y el PSOE se resistan a reconocerlo, las repercusiones de las elecciones del domingo van más allá de Andalucía, pues modifican el panorama político nacional erosionando las perspectivas de los socialistas de cara a las citas electorales del próximo año. 

A Sánchez se le acumulan no solo los problemas, sino los fracasos, en el orden económico, en el internacional y en el de la política interior, y sin un cambio de rumbo le será difícil recuperar el terreno perdido.

Está claro que no se pueden trasladar sin más los resultados de Andalucía a otras comunidades autónomas ni a unas elecciones generales. Pero por más que el Gobierno quiera ‘blindarse’ negando alcance nacional a lo ocurrido el domingo, lo cierto es que el PSOE ha sufrido una sonora derrota con un candidato que contaba con el respaldo de Pedro Sánchez y en un terreno que siempre le había sido favorable. Y ese fracaso se suma al del año pasado en la Comunidad de Madrid y contribuye a marcar el clima de la confrontación política entre los socialistas y el PP. Es poco probable que Sánchez haga ahora ningún movimiento y la dirección socialista ha encajado el varapalo andaluz sin asomo de autocrítica, pero algunos barones regionales, como Lambán o el presidente asturiano, Adrián Barbón, piden una «reflexión profunda». El PP ha demostrado que tiene en este momento empuje para presentarse como alternativa de Gobierno, y con un talante tranquilo y sin estridencias, en el que coinciden Moreno y Núñez Feijóo. Esto, claro está, no quiere decir que el camino de Feijóo en su aspiración a llegar a la Moncloa esté expedito, falta seguramente más de un año para las elecciones generales, pueden ocurrir muchas cosas, y los populares, si quieren ganar, tendrán que acertar a mantener el tono y a presentar ideas y programas que sean atractivos para la mayoría de los españoles. Pero después de Andalucía, y a falta de una reacción socialista, las perspectivas del PP han recibido un notable impulso.