A descementar

Demolición hace unos días del centro de visitantes junto al parquin. La obra ya ha concluido y se han retirado los escombros.
Trabajos de demolición del centro de visitantes en el balneario de Panticosa.
Heraldo

En Aragón, tan dado a solucionar su relación con el patrimonio histórico-artístico mediante las demoliciones, es novedad que ahora también se intenten dejar atrás así algunos de los lastres de la crisis de 2008.

El más importante derribo, por el lugar donde se acaba de efectuar, emblema identitario además de turístico, es el del centro de visitantes de aquel pretencioso intento de hacer del balneario de Panticosa un ‘resort’.Un proyecto de comienzos de siglo fallido, sí, afortunadamente, pero que en su lanzamiento se llevó por delante gran parte de la magia del lugar, con unas pérdidas y adulteraciones de sus arquitecturas decimonónicas imposibles de superar.

El más grande derribo, solo planificado de momento, es el de Plaza Imperial, abierto en 2008 con 177 negocios y ahora con uno funcionando. Es el primer mastodóntico centro comercial que va a caer, con su monorraíl a ninguna parte. Posiblemente no tardarán en seguirle otros. Son un fenómeno exógeno en la Europa de las ciudades consolidadas, hasta más que bimilenarias como Zaragoza, pero es que en Estados Unidos, de donde se importó este modelo de ocio y consumo (con algún sentido en aquel país que todavía es en parte de colonos aislados y en otra gran parte de periferias apenas relacionadas), los ‘malls’ llevan décadas en crisis, acentuada últimamente por el auge de las compras digitales.

Si estos nuevos derribos devienen aquí en tendencia, la piqueta tiene destinos abundantes donde actuar solo con los muchos más cadáveres sin enterrar de la era del ladrillo, bastantes de nonatos, en forma de polígonos industriales, urbanizaciones de viviendas, hasta museos...

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