El hambre acecha

El hambre acecha
El hambre acecha
Pixabay

Muchas voces alertan de que el mundo se encamina hacia una grave escasez de alimentos. 

Pero ni los dirigentes ni la opinión pública de los países desarrollados parecen haber tomado nota y no se están adoptando medidas para reducir y paliar sus efectos. La meteorología va a mermar las cosechas de grandes productores de cereales como Estados Unidos, China o la India (también puede ocurrir en Aragón, por cierto), mientras que las secuelas de la guerra en Ucrania y de las sanciones contra Rusia están bloqueando el comercio de una enorme cantidad de alimentos de cuya importación regular depende la población de muchos países en vías de desarrollo. Los precios disparados de la energía y de los fertilizantes –de los que Rusia es el gran proveedor de la materia prima– dificultarán por añadidura la siembra y, por tanto, las futuras cosechas. En España y en Europa ya lo estamos notando en los precios que pagamos en el supermercado. Pero para millones de personas el problema no van a ser precios más altos, sino escasez y hambre. Ucrania y Rusia son países clave en el mercado mundial de alimentos. Juntos producen el 12% de las calorías comercializadas internacionalmente, según ‘The Economist’, que titulaba en su portada de esta semana ‘La catástrofe alimentaria que viene’. Moscú y Occidente intercambian acusaciones culpándose mutuamente del desastre que ya está en ciernes. Pero lo que deberían hacer es negociar medidas que permitieran la exportación de los millones de toneladas de grano almacenadas en los silos ucranianos y para asegurar que tanto Ucrania como Rusia mantienen, a pesar de la guerra, su función de proveedores de alimentos y fertilizantes a gran escala. De lo contrario, el hambre acecha.

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