Por
  • Andrés García Inda

Una conversación

Una conversación
Una conversación
POL

Hace unos días tuve la suerte de asistir a la presentación del libro de Carlos Piñeyroa editado recientemente con el título de ‘Vivir lo inesperado’. 

Y a veces, en ocasiones como esta, el placer no radica únicamente en la reflexión o en la presentación del libro, propiamente dicha, sino también en el (re)encuentro con muchas personas que, a menudo sin saberlo, se hallan vinculadas a través del autor. De hecho, en este caso, como en otros, una de las virtudes del autor es su capacidad para conectar y poner en relación, con profundidad, a gentes diversas, y no para atraerlas o conducirlas a todas hacia sí o en una única dirección, sino para favorecer por así decir la corriente de conocimiento y colaboración entre ellas, en múltiples direcciones.

Una conversación es un camino compartido en el que lo importante no es solo
lo que se dice, sino también el reconocimiento del interlocutor

Por utilizar un símil tomado de la electricidad (¡gracias, A., por la información!), hay personas que son como acumuladores, que absorben la energía de los demás (el conocimiento, la colaboración, el tiempo, los recursos...) para sí mismos o para su propia causa o interés. Y que además lo hacen constantemente porque, como se sabe, un acumulador, o una batería, no puede conservar la energía durante mucho tiempo y continuamente necesita recargarse. Por eso puede resultar agotador relacionarse permanentemente con un acumulador. Por desgracia, en la política parece abundar este perfil, y tal vez esa sea una de las razones de que las cosas no acaben nunca de funcionar del todo. Pero, siguiendo con la comparación, hay otro tipo de personas que son como cuadros eléctricos o cajas de distribución; o incluso, mejor, como transformadores, que reciben energía de diversas partes y la canalizan y ponen en relación generosamente, convenientemente ajustada para evitar cortocircuitos y problemas de tensión. No me cabe duda: Carlos Piñeyroa es uno de estos.

‘Vivir lo inesperado’, el libro, recoge los artículos y las colaboraciones publicadas por el autor en su blog y en la prensa (entre ellos, los publicados en HERALDO) durante los últimos diez años, ilustrado además con imágenes de algunas obras de su hermana Romy (‘http://romypineyroa.com/’). En el fondo, y en el mismo estilo de esos artículos, el libro de Carlos Piñeyroa es el esbozo de una amplia conversación que viene a entablar o prolongar con quien desee leerle: sobre la vida y las personas, sobre el aprendizaje de la ciudadanía, sobre economía e innovación social...

Al final,
lleguemos a donde lleguemos, el resultado siempre será enriquecedor 

Como es sabido, conversar significa etimológicamente ‘dar vueltas en compañía’, y eso es lo que trata de hacer un buen conector o un transformador en sus artículos: dar vueltas a las cosas con otros. Pero cuando una conversación es auténtica, y no simplemente un interrogatorio, una lección o una perorata, uno sabe más o menos dónde (y cuándo) empieza, pero no tiene ni idea de dónde (ni cuándo) terminará. Quienes conversan desconocen el resultado de ese viaje compartido; ignoran su conclusión. Es más, puede incluso que no les lleve a ninguna parte. Lo inesperado es precisamente lo que brota en la misma conversación, que no tiene que ver únicamente con el resultado o el destino alcanzado, sino con el reconocimiento del otro en que se basa, como alguien no solo a quien nos dirigimos, sino con quien necesariamente conformamos las palabras del mundo. Como indica su título, el libro de Carlos es una invitación a conversar y a dejarse llevar por lo inesperado de la conversación. Y no es una mirada escéptica o desconfiada (como diciendo con recelo: "a saber qué nos espera" al final) sino asombrada. Quizás el mejor resumen de esa disposición son las palabras del hermano Roger, de Taizé, que sirven de expresa inspiración al autor: "Vivir lo inesperado. Olvidar la seguridad de lo cotidiano. Sentirnos capaces, incluso en la fragilidad y la vulnerabilidad. Recibir lo inesperado como un don, como un regalo, porque seguro, seguro, que nos hace crecer. Salir de las comodidades. Aprender. Sentir la necesidad de aprender. Y saber que no lo haces solo, que aprender siempre es en relación con los demás: un libro, una conversación, un proyecto... implican siempre la compañía del otro o de la otra. Vivir lo inesperado. Buenos días, buenas tardes, buenas noches. Que tu día o noche traigan retazos de vida inesperada, que te muevas en la cuerda floja de lo que sea, porque tienes capacidad, mucha, para vivir, para vivir lo inesperado". Es decir: para conversar, para conectar, para transformar... Ahí es nada.

Comentarios
Debes estar registrado para poder visualizar los comentarios Regístrate gratis Iniciar sesión