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Legados que resisten la dinamita

En imágenes | Adiós a Teresa Berganza, genio y figura de la fama mundial.
Legados que resisten la dinamita
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Cuarenta años de historia se han derretido ante nuestros ojos. 

Fueron necesarios 270 kilos de explosivos. Estábamos avisados, sabíamos cuándo y cómo, pero aun así esa debacle de hormigón nos pilló por sorpresa. Los no habituados a las explosiones esperábamos el prólogo de un ‘bum’ -como si fueran los cuartos de las campanadas–, pero las torres de la térmica de Andorra se derritieron ante nuestros ojos en silencio, sin previo aviso, como un mal sueño. Solo después se escuchó una explosión atronadora.

El espectáculo, largamente anunciado, apenas duró unos breves segundos. Qué paradoja, tanto esfuerzo, dimensiones tan colosales (cada torre medía 107 metros de altura, y 83 de diámetro) han quedado pulverizadas como si nada. En estos momentos, esos gigantes industriales se han reducido a 37.000 toneladas de escombros, muchos recuerdos y una interminable chimenea que desafía el futuro no se sabe por cuánto tiempo.

Ayer fue día de despedidas. Le dijimos adiós también a Teresa Berganza, una diva que nunca ejerció. Fue una de las mejores cantantes de ópera del siglo XX, ante ella se rindieron los grandes escenarios del mundo. Y sin embargo, se mantuvo fiel a sí misma, fue una mujer cercana, vital, comprometida con los temas que le tocaban el alma y valiente. Decía que le hubiera gustado ser amante de Mozart: "Seguro que hubiera compuesto algo para mí". Seguro.

Afortunadamente, su legado no va a ser dinamitado, ni se esfumará nunca.

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