Después de usted, el diluvio

Sesión de control copada por el espionaje.
Después de usted, el diluvio
Juan Carlos Hidalgo

Me dirijo a usted, señor presidente del Gobierno, porque el protocolo me dicta que a usted hay que tratarle de usted, olvidando esa liberalidad política del tuteo a cualquier hijo de vecino. 

No he olvidado que el título adecuado de este artículo quizás hubiera sido repetir literalmente la frase atribuida al rey Luis XV de Francia, "después de mí, el diluvio", cuando alguien le hizo reflexionar sobre el desastre político, social y financiero en que había convertido su reinado; expresión que por otra parte demostraba su absoluto desprecio por su país y por sus súbditos, en los que fue prendiendo la llama revolucionaria que culminaría con la abolición del Antiguo Régimen en la Revolución Francesa.

El Gobierno de Pedro Sánchez nos va a dejar un país empobrecido, humillado,
incomprendido y enfrentado

Porque a nosotros, los españoles, nos espera un diluvio que es como el metaverso tecnológico de las desgracias una vez que usted, que ni es eterno ni inmortal, abandone ese templo del poder que es el palacio de la Moncloa, el avioncito que tanto le mola y los pasillos rendidos de aplausos de sus agradecidos y numerosos ministros y ministras cuando hace usted las entradas triunfales después de sus épicas hazañas, logros internacionales o paseíllos con Joe Biden. Nos va a dejar usted un país empobrecido, humillado, incomprendido y enfrentado que tendremos que ir recomponiendo con el esfuerzo, la atención, la paciencia y la minuciosidad del más experto orfebre en artesanía sociopolítica. Tal será el triunfo de su reinado egocéntrico y despectivo, tal cual fue el del antecesor francés que pronunció lo del diluvio. Pero tenga usted la seguridad de que España, este país al que usted y su Gobierno han dado la espalda, ha de sacar fuerzas de flaqueza y tendrá la fortaleza necesaria para volver a regenerarse y olvidar su mandato sin rencor.

Lo más doloroso de su gestión es la imagen que está usted proyectando de España ante su entorno internacional, asombrado por nuestra nueva decadencia e irrelevancia. Tengo familiares en cuatro países de la Unión Europea y todos –hijos, hermanos, nietos– me llaman y me escriben alarmados en los últimos tiempos. "¿Qué está pasando en España, papá?". "No acabamos de entender –me dicen– lo que estáis haciendo". "La gente –insisten– vuelve a recordar lo de que África empieza en los Pirineos". ¡Qué pena, señor presidente! ¡Qué humillación! ¡Qué vergüenza, fruto de sus inquietantes alianzas de gobierno y de los apoyos que está comprando día a día a nuestra costa para sostenerse en un gobierno que hace agua por todas partes! ¿Es que no se da cuenta?

España volverá algún día a regenerarse y olvidará a este presidente
sin rencor, pero harán falta mucho esfuerzo y mucha paciencia

Por situaciones mucho menos confusas y complicadas los gobernantes de países serios convocan a sus ciudadanos a revalidar o no sus mandatos mediante las elecciones, a las que usted tiene mucho miedo, aunque produzca un sufrimiento severo en la población que gobierna no tanto por su permanencia en el poder como por la de esos compadres que nos esquilman a los españoles de forma inicua e inmisericorde y nos humillan en nuestra dignidad de nación europea de pleno derecho.

Evítenos el diluvio, señor presidente. Porque a este paso, después de usted, eso es lo que nos espera.

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